lunes, 15 de abril de 2013

Oñati y sus secretos del chocolate



EL 'MUSEO' PARA INTERPRETAR LA TRADICIÓN LOCAL DE ESTE MANJAR DIVINO SE PREVÉ QUE ESTÉ LISTO PARA SANMIGELES
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Azpiazu en la pérgola situada delante del local (al fondo de la imagen) donde se adecuará el Centro de Interpretación, en Kalebarria.
Azpiazu en la pérgola situada delante del local (al fondo de la imagen) donde se adecuará el Centro de Interpretación, en Kalebarria. (A.D


DICE el refrán que el que la sigue la consigue. Y eso es lo que le ha pasado al oñatiarra Antón Azpiazu. Fruto de su empeño y desbordante ilusión este año asistirá al alumbramiento de una iniciativa en la que la cofradía de chocolateros Klaxk lleva trabajando más de dos décadas: el museo del chocolate abrirá sus puertas, si todo marcha según lo previsto, en septiembre, de cara a los sanmigeles.
"Estoy muy contento. Son 23 años intentado hacer realidad este proyecto", señala Azpiazu. Su locura chocolatera no podría entenderse fuera de un contexto histórico como el de Oñati. Un municipio profundamente ligado al denominado manjar de los dioses. "El objetivo es que no se pierda la historia del chocolate, que se mantengan vivas las tradiciones y, para ello, hay que sensibilizar también a la gente", añade este incansable oñatiarra que entró a trabajar con 15 años en la empresa Zahor, ahora Natra, donde se jubiló hace más de dos años.
En mayo de 2008, la cofradía Klaxk, de la cual Azpiazu es el alma máter -se quiere revitalizar el colectivo-, se embarcó en la aventura empresarial de abrir una chocolatería en el número 16 de Kalebarria. Pero aún faltaba poner la guinda: la creación de un Centro de Interpretación que difundiera las características del chocolate y su rica trayectoria en la localidad como una pieza importante de su patrimonio etnológico.
La idea ha sido bien acogida por los actuales responsables municipales que han apostado desde el principio por este proyecto. De hecho, ven en él "un nuevo reclamo turístico", indican desde el equipo de Gobierno.
LOS CINCO SENTIDOS
Historia y demostraciones
Un placer para los cinco sentidos. Así será el futuro museo que estará ubicado en Kalebarria (unos metros más adelante de la Txokolateixia), en el local que ocupó Chocolates Orbea. El Consistorio asumirá los gastos del alquiler y se encargará, además, de acondicionar este espacio expositivo que, tal y como insiste el promotor de la iniciativa, será "dinámico".
Azpiazu tiene guardado como un tesoro el material que se expondrá y que ha ido recopilando a lo largo de todos estos años. Y lo tiene claro. El Centro de Interpretación se bautizará con el nombre de Txokolateixia. Así, la sala se vestirá con un recorrido visual por la historia y el proceso de elaboración del producto, uno de los motores del municipio el siglo pasado. Se explicará cómo llegó desde América hasta Oñati, por medio de cuadros y paneles (Klaxk cuenta con 85 objetos de este tipo). Se exhibirán, asimismo, envueltas de mediados del siglo XX de las últimas siete fábricas de chocolate en Oñati, fotos, grabados y una maqueta de un galeón del siglo XVI.
En el apartado de piezas museísticas (cuentan con 21) se contemplarán moldes, trituradoras, metates, jícaras... "El molino de piedra de momento no se va a exponer porque hay que restaurarlo y supone una inversión", precisa Azpiazu. Un segundo espacio se dedicará a las demostraciones. Hasta con doce olores distintos del cacao y chocolate podrá gozar el olfato del visitante, mientras que su paladar tendrá la opción de bañarse con esta gran y tentadora delicia. "Ahora en las empresas no se enseña el producto a la gente y eso es lo que se pretende hacer en el museo", insiste Azpiazu.
El chocolate como fuente de inspiración de libros, películas, poesías, el deporte o recetas culinarias tendrá, a su vez, su protagonismo, al igual que la tienda de productos, algunos de ellos personalizados, de la marca Natra Oñati. En principio, al frente de este nuevo reclamo turístico estarán dos o tres personas.
Azpiazu se confiesa todo un enamorado del manjar de los dioses, del que conoce numerosos entresijos. No perdona un día sin comerse su onza de chocolate diaria. "Y del negro, que es el que más me gusta", sonríe.

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