Corpus una fiesta medieval
Fue el Corpus en su origen una modesta fiesta medieval que a partir del siglo XVI se convirtió en una de las más importantes de la liturgia católica. La procesión, en Oñati como en otros lugares, se componía, además de los "pasos" de las imágenes, de farsas escenificadas sobre carros, músicos, bailarines, cofradías, gremios, autoridades civiles y religiosas,... y todo ello sazonado del sentido de la coreografía tan característico del barroco. No es, pues, el Corpus una exposición inerte de temas, sino una representación teatral.
Hoy día se mantiene en Oñati una versión algo depurada de toda aquella tramoya, pero todavía espléndida. Además de los elementos estrictamente religiosos, la celebración se basa en tres elementos: primero, la Cofradía del Santísimo Sacramento, cuyos hermanos desfilan tras el pendón, portando velones y cubiertos por las capas pardas; además, los "personados" de Cristo, Apóstoles y San Miguel, con sus pelucas, caretas y atributos, especialmente majestuoso y castrense el Arcángel patrono de la Villa y, por último, los dantzaris, que arropan todo el proceso, símbolo de respeto y júbilo, característicos de esta festividad. El "kontrapas", "makildantza" y "arkudantza", amén de ser un disfrute para la vista, tienen un gran interés etnográfico.
Fue el Corpus en su origen una modesta fiesta medieval que a partir del siglo XVI se convirtió en una de las más importantes de la liturgia católica. La procesión, en Oñati como en otros lugares, se componía, además de los "pasos" de las imágenes, de farsas escenificadas sobre carros, músicos, bailarines, cofradías, gremios, autoridades civiles y religiosas,... y todo ello sazonado del sentido de la coreografía tan característico del barroco. No es, pues, el Corpus una exposición inerte de temas, sino una representación teatral.
Hoy día se mantiene en Oñati una versión algo depurada de toda aquella tramoya, pero todavía espléndida. Además de los elementos estrictamente religiosos, la celebración se basa en tres elementos: primero, la Cofradía del Santísimo Sacramento, cuyos hermanos desfilan tras el pendón, portando velones y cubiertos por las capas pardas; además, los "personados" de Cristo, Apóstoles y San Miguel, con sus pelucas, caretas y atributos, especialmente majestuoso y castrense el Arcángel patrono de la Villa y, por último, los dantzaris, que arropan todo el proceso, símbolo de respeto y júbilo, característicos de esta festividad. El "kontrapas", "makildantza" y "arkudantza", amén de ser un disfrute para la vista, tienen un gran interés etnográfico.
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