Fue una tarde de otoño de 1966, durante una excursión de dos jóvenes aficionados a la espeleología a la cueva de Arrikrutz, en Oñati. El ikaztegietarra Iñaki Zubeldia y el vallisoletano Jesús Maroto creyeron que iban a morir en aquel complejo kárstico en el que, desorientados, no eran capaces de encontrar la salida. Pero no sólo fueron rescatados ilesos, sino que en esas más de doce horas que estuvieron perdidos descubrieron un valioso tesoro: el esqueleto de un león cavernario, el único ejemplar al completo hallado en la península.
Iñaki Zubeldia guarda frescos en su memoria todos los detalles de aquella aventura que mañana recoge en sus páginas centrales el suplemento FINDE. Este descubrimiento será también el hilo conductor de una visita guiada muy especial que Zubeldia ofrecerá mañana por la tarde en Arrikrutz, como aperitivo al III Día de las Cuevas que ocho paraísos subterráneos hermanados de la cornisa cantábrica y los Pirineos Atlánticos celebran el domingo.
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