jueves, 10 de septiembre de 2009

Arantzazu 2009




DV. El Santuario de Aran-tzazu festejó ayer a la patrona de Gipuzkoa con una jornada cargada de espiritualidad y reflexión, en la que participaron multitud de fieles. El goteo de visitantes fue incesante durante toda la mañana, unos a pie, otros en vehículos particulares y muchos haciendo uso del transporte público, que durante todo el día mantuvo conectada la villa oñatiarra con el Santuario, con autobuses urbanos cada media hora.
Pese a que el día amaneció triste, los claros fueron abriéndose paso entre las brumas matinales, regalando a todos los asistentes una soleada jornada, con unas estupendas temperaturas. «Yo me he traído el paraguas y todo porque a la mañana, cuando hemos subido caminando desde Oñati a las siete de la mañana, el tiempo estaba un poco indeciso. Pero ahora se ha quedado una mañana preciosa», comentaba una oñatiarra, ante las puertas de la Basílica.
Pese a que la eucaristía no dio comienzo hasta las 12.00 horas, los fieles comenzaron a ocupar posiciones desde las 11.15 horas, para asegurarse un asiento desde el que poder seguir el oficio religioso.
Justo en el momento en que el repique de campanas anunciaba el comienzo de la misa mayor, los representantes institucionales, entre los que se encontraban el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano; la consejera de Justicia y portavoz del Gobierno Vasco, Idoia Mendia; la presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa, Rafaela Romero; y la alcaldesa oñatiarra Lourdes Idoiaga accedieron al templo, acompañados por txistularis.
«Sobriedad en la vida»
La eucaristía estuvo presidida por el obispo Juan María Uriarte, acompañado por medio centenar de sacerdotes. En su homilía, Uriarte hizo alusión a la necesidad de avivar la adhesión vital a Dios y alimentar la fe debilitada, mencionando a Nietzsche. «En el siglo pasado Nietzsche lanzó una consigna de futuro que los siglos XX y XXI vienen verificando: 'Dios ha muerto'. La muerte de Dios anunciada por él se refería sobre todo a que Dios iría siendo cada vez más irrelevante en la conciencia de los humanos y en la marcha de la sociedad. No podemos negar que este pronóstico se ha cumplido en buena parte y que está influyendo en muchos creyentes y debilitando su fe».
El obispo también quiso hacer referencia a la actual crisis económica, «que ya está apretando en nuestro entorno cercano. La sobriedad en la vida y generosidad en compartir nuestros bienes con los necesitados son llamadas apremiantes que Jesús nos dirige a cada uno de nosotros y que reclaman de todas las instituciones públicas responsables una política austera, eficaz y concertada».
Mientras, los fieles se congregaban en el interior de la Basílica, en el exterior las trikitixas no dejaron de sonar, animando la jornada de fiesta en honor a la patrona de Gipuzkoa.
Como no podía ser de otra manera, tras concluir la ceremonia religiosa, muchos fieles no quisieron emprender el regreso a sus hogares sin antes llevarse media docena de rosquillas y algún queso, de las habituales caseras que durante años llevan acudiendo a Arantzazu.
La jornada sirvió de encuentro a muchos guipuzcoanos, que aprovecharon la salida de misa para compartir experiencias y conversar al sol. Además, el día cogió por sorpresa a algún que otro turista despistado, que acudía a conocer este entorno y su tranquilidad; algo que le fue un poco difícil de encontrar en un día tan señalado como el de ayer.

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