sábado, 26 de diciembre de 2009

Aita Madina.


Nacido en el caserío Txipitxaille de Zubillaga en 1907, Aita Madina gestó su éxito en EE UU y Argentina, donde desarrolló su carrera sacerdotal. No obstante, cultivó su afición desde la infancia y, desde muy joven, destacó por su facilidad para componer música y su honda inspiración popular. Realizó estudios de música y composición en Oñati y en Burdeos, en cuyo seminario estudió Filología y Teología para pasar a ingresar más tarde en la orden de los Canónigos Lateranenses.

En 1931 fue destinado a Salta, Argentina donde contactó y congenió con el nutrido exilio vasco que halló refugio en el otro lado del Atlántico tras la guerra civil. Allí fue uno de los impulsores de la coral Lagun Onak de Buenos Aires, uno de los grandes coros del país andino.

Más tarde, en 1946, se convirtió en alma del naciente Saski Naski, un grupo juvenil que ponía en escena estampas musicales vascas. Para esta compañía compuso partituras de txistu, danzas, música coral y precisamente de este año data su obra más conocida e interpretada hoy en día: «Aita Gurea».

Un año más tarde fundó el Coro Polifónico de Salta y tomó contacto con Nicanor Zabaleta, para quien compuso obras de arpa. Su «Sonata Vasca» fue estrenada en el Carnegie Hall, y la Suite grabada por la BBC de Londrés, pero este contacto con sus raíces no se limita a lo musical; conoció también a Basterretxea y Oteiza, quienes le expusieron sus ideas sobre la revolución cultural vasca.

Su estilo comenzó a renovarse a partir de entonces, apartándose del folclorismo puro para buscar un medio de expresión más universal. Continuó eso sí componiendo para Saski Naski y en Buenos Aires estrenó el drama «El bardo de Itzalsu» y la «Rapsodia Vasca». De vacaciones en Oñati creó el poema sinfónico coral «Oñati» cuyo estreno dirigió en la Universidad y tampoco dudó en participar en el certamen literario musical convocado con motivo de la inauguración de la nueva Basílica de Arantzazu, recibiendo la mención honorífica del jurado. En 1957 regresó de nuevo a casa y fue recibido con un homenaje: el estreno de «Arantzazu» en la Parroquia de San Miguel.

A partir de 1958 se instaló definitivamente en New York, ciudad que resultó la plataforma ideal para su lanzamiento al estrellato. En su larga estancia en Estados Unidos contactó con músicos de renombre mundial con los que trabó estrecha amistad. Apercibidos de la sublime inspiración de Madina y de su facilidad para componer, diversos intérpretes le iban pidiendo obras que ellos mismos se encargarían de dar a conocer en todo el mundo.

Así se convirtió en un músico consagrado y requerido en todas partes para interpretar, dirigir o dar conferencias. Realizaba asimismo audiciones de órgano en varias iglesias del país, a la vez que ejercía de crítico musical en la emisora 'La Voz de América' de la Gran Manzana.

Durante todos estos años no dejó de componer y arreglar partituras, gran parte de ellas dedicadas al ochote oñatiarra Irrintzi, fundado bajo impulso suyo y que fue vencedor del segundo concurso Vasco-Navarro en 1964. A esta época pertenecen temas como «Aldapeko», «Maro», «Marotxu» o «Kalejira».

Problemas de salud

Toda esta actividad, sin embargo, fue minando su salud y en 1966, durante unas vacaciones en Oñati sufrió un derrame cerebral. Repuesto del mismo volvió a EE UU y en 1970 estrenó en San Francisco su «Concierto Vasco». Pero cuando estaba a punto de culminar un «Concierto Sacro», con miras a su estreno en el Vaticano, un segundo ataque lo postró en una silla de ruedas en junio de 1971, con una hemiplegia irrecuperable.

En 1972 regresaba a Oñati para recibir un homenaje popular pocos días antes de morir. Casi cuatro décadas después sus piezas, siguen llenas de vida y el «Aita Gurea», por ejemplo, ha sido solicitada para solemnizar bodas principescas, llegando a ser una de las obras más interpretadas por los coros vascos.

Obra musical [editar]Toda su obra musical estuvo muy influida por el folklores vasco. Sus dos composiciones más conocidas son la obra coral Aita Gurea (Padre Nuestro), compuesta en Argentina en 1946 y el Agur Maria (Ave María).

Algunas de las obras más destacadas del Padre Madina.

La cadena de oro. Oratorio sobre la aparición de la Virgen del Valle. Estrenado en el Teatro Cervantes de Buenos Aires en 1944.
Orreaga, sonata sobre la Batalla de Roncesvalles, estrenada en 1954.
Flor de Durazno, ópera con libreto basado en la obra literaria del mismo nombre de Hugo Wast. Estrenada en el Teatro Argentino de La Plata en 1957.
partitura para el drama El Bardo de Itzaltzu, estrenado en Buenos Aires.
Rapsodia Vasca, estrenada en el Teatro Politeama de Buenos Aires.
Sonata Vasca, fue tocada en el Carnegie Hall de Nueva York.
Suite, grabada por la BBC en Londres.
Concierto para Arpa y Orquesta. Fue interpretado como solista por el arpista Nicanor Zabaleta por todo el mundo que contribuyó de manera decisiva a hacer conocida la obra de Madina.
Arantzazu. Poema ganador de un certamen literario musical con motivo de la inauguración de la nueva basílica del Santuario de Aránzazu, en su Oñate natal. Fue estrenado en 1957 en la Parroquia de Oñate.
Concierto Vasco. Concierto para cuatro guitarras y orquesta. Fue estrenado en el Teatro de la Ópera de San Francisco en 1970.
Concierto Latino.
Concierto Flamenco.
Concierto Sacro. (inacabado)

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