jueves, 28 de enero de 2010
Marcos 4, 21-25Dar a conocer el Reino de Dios 28/01
Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga». Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».
Reflexión
No podemos permitir que la Palabra que Cristo sembrada en nuestros corazones sea arrebatada, por los pájaros del desinterés, las ambiciones, el aprovechamiento de los demás, la dureza de corazón frente al dolor de los demás, el orgullo de creernos superiores.
Debemos limpiar nuestro corazón de todos esos pedruscos de la inconstancia que no permiten que la Palabra eche raíces profundas. ¡Cuántas promesas hacemos! ¡Cuántos propósitos que no cumplimos!
Cristo nos mide con la vara de su misericordia, de su amor, nos perdona siempre y nosotros a veces somos muy duros para juzgar a los demás. Respondamos a Cristo con ese amor a los que están más cerca de nosotros, midiendolos con los ojos de Cristo, con amor y caridad.
Que la luz de Cristo brille siempre en nosotros, para que podamos dar a los demás ese reflejo de Dios.
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