domingo, 7 de agosto de 2011

DIETAS

Flacos favores

Son dietas que parecen milagrosas. Seducen a millones de seguidores en todo el mundo y su rapidez las convierten en objeto de deseo. Mientras, los expertos alertan contra ellas al tiempo que afirman que sirven para perder peso más que para adelgazar. ¿Cómo funcionan?
29.06.11 - 18:10 - P. M.

Ha llegado la hora de lucir palmito y tenemos prisa por quitarnos esos kilos de más. Para ello, elegimos dietas que nos ayuden a adelgazar rápidamente, pero según los expertos esto no es posible porque la grasa no se va de la noche a la mañana y la bajada de peso inmediata se debe más a la pérdida de agua y de masa muscular.
De entre estas dietas que prometen unos resultados increíbles en un tiempo récord destacan, por estar de moda y ser las más rápidas, las llamadas hiperproteicas (como la dieta Dukan).
¿Cómo es posible perder peso tan rápido? Al ser dietas basadas esencialmente en una ingesta muy elevada de proteínas y una mínima, y a veces nula, ingesta de hidratos de carbono, perdemos peso por los mecanismos que nuestro organismo se ve obligado a poner en marcha para producir combustible energético para los órganos y las células: «Cuando una persona está varios días sin tomar hidratos de carbono, el organismo comienza a tirar, en primer lugar, de los depósitos de glucógeno, que es la forma en la cual se almacenan en nuestro cuerpo los hidratos de carbono», explica la experta Ana María Montero, profesora de Nutrición de la Universidad San Pablo CEU.
El glucógeno tiene una peculiaridad, que es la de almacenarse junto a agua, con lo que al haber una caída de estos depósitos se produce una pérdida de agua que, desde el primer momento, se traduce en una pérdida de peso.
Aunque hay células, como las nerviosas, cuyo combustible es la glucosa, otros órganos pueden tirar de otras fuentes, es entonces cuando el organismo comienza a movilizar grasas: «Eso, a priori, es lo interesante de una dieta. El problema es que en este caso la movilización de grasas es un poco incontrolada», afirma la experta.
Lo que sucede entonces es que estos ácidos grasos se transforman en el hígado en cuerpos cetónicos, como resultado de que nuestro cuerpo utiliza las grasas en lugar de los azúcares para generar esa energía de la que resulta el combustible necesario: «Se produce lo que se llama una acidosis metabólica que, a la vez, da lugar a una pérdida de apetito, algo que también es interesante en ese tipo de régimen de adelgazamiento», señala Montero, pero «como el organismo sigue necesitando glucosa comienza a movilizar masa muscular para producirla a partir de los aminoácidos».
De este modo, nos encontramos con dietas de adelgazamiento en las que hay una bajada de peso muy grande porque ha habido una pérdida de agua y de masa muscular.
Así estas dietas, a largo plazo, pueden suponer un riesgo «porque como te dejan tomar alimentos hiperproteicos normalmente hay una ingesta elevada de aquellos que son de origen animal que, además de proteínas tienen grasas saturadas que puede producir problemas de aterogénesis (cardiovasculares)», señala Montero.
No es el único problema cuando alargamos en el tiempo estas dietas, ya que al metabolizar tanta proteína, que de por sí es alta en nuestra dieta habitual, se puede dar una sobrecarga hepática y renal, amén de problemas de deshidratación y, en el caso de mujeres que estén en la menopausia, la acidosis metabólica de la que hemos hablado puede producir problemas óseos o agravar la osteoporosis.
«Como por lo general estas dietas se hacen en cortos periodos de tiempo y las personas que las llevan a cabo están sanas no suelen producir problemas, pero a largo plazo estos como hemos visto pueden ser graves», indica la experta en Nutrición a la par que indica que «hay gente que está a favor de estas dietas porque dicen que motivan al paciente, pero siempre y cuando vayan acompañadas de una buena educación nutricional y de una dieta de mantenimiento que incluya todos los grupos de alimentos».
Dentro de este grupo de dietas excluyentes se encuentran también las ricas en hidratos de carbono pero sin grasas y sin proteínas (como la del Dr. Haas), cuyos resultados se deben a que son dietas hipocalóricas que puede ocasionar carencias en vitaminas hiposolubles y proteínas, y las ricas en grasas (como la Atkins) que se basan en eliminar casi por completo los hidratos de carbono, por lo que funcionan como las hiperproteicas. Estas dietas «cetógenas» pueden producir aumentos del colesterol y los triglicéridos, entre otros daños, y producen sensación de náusea (debido a la cetosis) que conducen al que las practica a comer poco.
Tras estas, se registran otros dos grupos de dietas: las disociadas y las hipocalóricas. Las dietas llamada disociadas que hay en el mercado se basan «en la incompatibilidad que tienen los nutrientes al absorberse y que engordan según su combinación. El problema es que, a priori, esto no es cierto porque por combinar alimentos sin más no se engorda más o menos», explica Montero.
Estas dietas permiten ingestas sin límites, pero sin mezclar hidratos de carbono con grasas o proteínas, algo muy difícil de llevar a cabo, y conllevan un riesgo basado en que para mantener el suministro de glucosa se produce una pérdida de proteínas, tal y como indica la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
Además, y como señala la experta de la San Pablo CEU, en la mayoría de ellas se vuelve al caso de las anteriores ya que suelen limitar la ingesta de hidratos de carbono al prohibir alimentos como el pan, la pasta o el arroz. Sólo podrían ser adecuadas si no fueran restrictivas.
El tercer grupo de dietas lo componen las hipocalóricas, que son las usadas en el tratamiento contra la obesidad.
«Las dietas bajas en calorías pretenden conseguir un balance energético negativo, es decir, que entren menos calorías de las que salen. Debe ser equilibrada en cuanto a los nutrientes, y se debe adecuar a los gustos, costumbres y horarios de los pacientes. Hay que procurar que no represente una ruptura con la dieta anterior o, por lo menos, que la transición sea progresiva. Es importante que sea variada, para que el paciente no caiga en la monotonía y abandone el tratamiento», informa la SEEDO.
El problema de estas dietas llega cuando son desequilibradas, se hacen sin una supervisión médica, se disminuye drásticamente la ingesta de energía o, incluso, se saltan comidas y se practican ayunos poco recomendables. Es entonces cuando son altamente peligrosas y pueden causar, entre otros trastornos, deficiencias de nutrientes y llegado a un extremo desnutrición.
Al final, tal y como señala el doctor Jesús Román, presidente de la Fundación Alimentación Saludable y de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, «todas las dietas ‘mágicas’ que aparecen cada cierto tiempo son coincidentes: restringen grupos amplios de alimentos y lo que realmente hacen es, por esta causa, reducir el total de energía (calorías) ingerida. Por esa restricción, a medio y largo plazo, pueden ser contraproducentes para la salud al producirse malnutrición».
Efecto yoyó
Se estima que la obesidad, y no todos los que se ponen a dieta voluntariamente tienen ese problema, afecta a 150 millones de adultos y 15 millones de niños en Europa, en resumen al 20 y al 10 por ciento de la población respectivamente.
El problema preocupa y mucho a los expertos, que no dudan en señalar que si bien hay que concienciar a la población de la importancia de tener un peso normal, esto no se debe conseguir de ninguna manera a cualquier precio.
La recuperación del peso perdido tras una dieta de adelgazamiento es un fenómeno habitual que repercute muy negativamente sobre la salud y al que con frecuencia no se da importancia, y eso es lo que suele suceder con todas estas dietas llamadas yoyó.
Este efecto se produce porque el balance energético que regula el peso corporal reduce o aumenta el gasto energético dependiendo de la ingesta, pero con una clara tendencia al ahorro de energía, de forma que si se aumenta la ingesta se incrementa levemente el gasto, mientras que si se aminora la ingesta la reducción del gasto es mucho mayor. Es decir, la respuesta tiende claramente a preservar la grasa corporal como reserva energética.
Además de este efecto yoyó, estas dietas no equilibradas «pueden causar problemas sobre el metabolismo, la función renal, ocasionan deficiencias vitamínicas y caída del cabello, entre otros efectos nocivos», previene la doctora Susana Monereo, coordinadora del Grupo de Trabajo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), y añade: «Sólo se debe perder el peso que uno vaya a ser capaz de mantener en función de los cambios que sea capaz de realizar en su estilo de vida».
Lo mejor para adelgazar es saber que una dieta sólo es efectiva si la podemos incorporar a nuestra vida social y que siempre debe esta supervisada por un especialista.


Es mentira que...
El pan engorda: no es así y además ayuda a llevar a cabo la dieta. Como todo, sin excesos y sin mojarlo en grasas o acompañarlo de alimentos que no estén dentro del menú. Tanto la miga como la corteza, los bastones o el pan tostado tienen las mismas calorías...El agua engorda tomada durante las comidas: nunca. Lo único que sucede es que si bebes mucho antes de comer parece que tienes menos hambre, pero es algo transitorio...Saltarse el desayuno o la cena: jamás hay que saltarse ninguna de las 5 comidas, ya que la gente que hace todas logra una elección más equilibrada de los alimentos porque llega con menos hambre a cada una de ellas. La más importante, el desayuno. ..Los alimentos light adelgazan: un producto light solo tiene un 30% de grasa menos que el original. Si el original es muy calórico el light también lo será...La sal engorda: la sal es un mineral y no tiene calorías. Puede producir retención de agua en enfermedades como la insuficiencia cardíaca, renal o hepática, pero en personas normales no altera su peso. .La pasta engorda: depende de la salsa que se utilice...Los alimentos integrales no engordan: no es así, apenas hay diferencia calórica entre el pan blanco y el integral. Lo bueno de lo integral es que tiene fibra y tienen un efecto más saciante, además de que en general el pan blanco está más rico y hace que apetezca más comerlo...Comer rápido engorda: la velocidad no influye sobre el peso, lo que suele ocurrir es que el comedor rápido ingiere más cantidad...La leche desnatada no tiene tanto calcio y proteínas: falso, ya que tiene los mismos nutrientes que la leche entera, a excepción de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) y las grasas. ..La fruta nunca de postre: no pasa nada por tomarla de postre, pero es cierto es que antes de las comidas produce un efecto saciante...

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