La emoción infinita de Xabier Lete
ARANTZAZU SE LLENÓ PARA ACOGER UN EMOTIVO HOMENAJE AL MÚSICO Y POETA, QUE SE PROLONGÓ MÁS DE TRES HORAS
A. ARIZMENDI - Viernes, 12 de Agosto de 2011 - Actualizado a las 05:41h
EN un lugar mítico como Arantzazu, se rindió ayer tributo a un hombre que ya es un mito, Xabier Lete. En medio de una impresionante expectación, que obligó a la Quincena a ampliar el aforo previsto inicialmente, el hermoso ábside decorado por Lucio Muñoz -para algunos es la Capilla Sixtina del siglo XX- fue testigo de un encuentro que fue más allá de un concierto, una experiencia irrepetible que los centenares de privilegiados espectadores reunidos en el santuario oñatiarra vivieron con altas dosis de emoción.
Xabier Leteren oroiminez, el homenaje al músico y poeta de Oiartzun, empezó antes de que las voces de la Coral de Pamplona entonaran las primeras notas: el tributo tomó forma de carretera, la que sube a Aran-tzazu, plagada de coches, y de larguísima cola, en la que se identificaban muchas caras conocidas de la cultura y la política vasca como las de las diputadas de Cultura de Gipuzkoa y Bizkaia, Ikerne Badiola y Josune Ariztondo, y el exlehendakari Carlos Garaikoetxea.
Dirigida por Josep Cabré, la coral navarra abordó Officium defunctorum a seis voces de Tomás Luis de Vitoria, y Ave verum y Vísperas de confesore de Mozart, tres composiciones estrechamente ligadas a Lete: fue el repertorio que quiso que sonara en el funeral de su eterna compañera, Lourdes Iriondo.
En la segunda parte del recital, Antton Valverde, Amaia Zubiria, Pier Paul Berzaitz, Erramun Martikorena y Petti, amigos íntimos y compañeros a los que dejó huérfanos en diciembre, interpretaron sus temas, mientras que Joxan Artze reivindicó su faceta literaria recitando algunos de sus poemas.
El concierto recorrió las canciones más emblemáticas de Lete, pero también hubo espacio para algunas inesperadas como la versión de Zure tristura, de Imanol, en la voz poderosa de Amaia Zubiria, o el Hitzez-hitz de la propia cosecha de Valverde. El músico donostiarra se acompañó de dos estrechos colaboradores de Lete, el acordeonista Joxan Goikoetxea y el (admirable esfuerzo del) pianista Karlos Gimenez, que rubricaron su intervención con la última composición de Lete. Valverde, probablemente para protegerse de una emoción excesiva, le pidió al presentador, Noel Elorga, que explicara cómo el tema evoca una voz que indica al poeta que ha llegado al final del camino.
En una noche de muchas emociones, salpicada de menciones a Lourdes Iriondo, gustaron especialmente los arreglos blueseros de Petti. La voz ronca del músico beratarra sonó perfectamente acoplada a la poética musical de Lete. El presentador tuvo que pedir al público -que convirtió el concierto en un tarareo colectivo- que dosificara los aplausos y los relegara al final de la actuación de cada intérprete, para agilizar el espectáculo.
FINAL COLECTIVO
El arte más misterioso
Elorga no tuvo demasiado éxito: el recital se prolongó durante más de tres horas, rematado con la interpretación a cargo de todos los intérpretes de Kontrapas y la estremecedora Xalbadorren heriotzean.
"Xabier Lete tenía algunos lugares de la cordillera vasca metidos en el corazón, y uno de ellos era Aranzazu", recordaron en la presentación de este homenaje. Nueve años después de la participación del propio Lete en la Quincena en este mismo escenario, la música se convirtió en un lugar físico para arropar su recuerdo. En el programa que ayer se repartió en Arantzazu se recogía un extracto de la entrevista, publicada en 2009 en este periódico, que Jabier Muguruza hizo al músico y poeta guipuzcoano. En estas páginas confesaba: "Con ella (la música) lloro a veces como un niño; hay músicas que, cada vez más, me emocionan muchísimo. La música es, entre todas las artes, la más misteriosa y hay en ella latentes unas fuerzas y unas emociones que en las otras artes yo no encuentro". Nadie podía expresarlo como él pero cualquiera de los que anoche se conmovieron en Arantzazu lo suscribiría.
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