viernes, 12 de agosto de 2011

un colgante de piedra de hace aproximadamente 25.000 años



Aranzadi descubre el colgante más antiguo encontrado al aire libre en la Península
EL ABALORIO HALLADO EN IRIKAITZ ES DE HACE 25.000 AÑOS

El hombre de Cromagnon que poblaba la actual Zestoa lo usaba como ornamento y como afilador
OIER ARANZABAL - Jueves, 11 de Agosto de 2011 - Actualizado a las 05:41h

Bajo una carpa que a primera vista se asemeja a un invernadero, situada entre el centro del pueblo y el Balneario de Zestoa, trabajan 18 personas a destajo para, en dos semanas escasas de excavación, descubrir las herramientas y estructuras que nuestros ancestros abandonaron en Irikaitz.

El lunes parecía una jornada corriente de trabajo en el yacimiento, pero en cuestión de segundos el día se convirtió en una explosión de emociones e ilusión: "Aquí se paró todo. Detuvimos todo el proceso para recuperar la pieza entera", explicó ayer el director del yacimiento y miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Álvaro Arrizabalaga. Descubrieron un colgante de piedra de hace aproximadamente 25.000 años.

Los primeros ornamentos surgieron en la "última etapa de los Neandertales" y con el nacimiento en Europa del ser humano actual, empezaron a aparecer de manera "más abundante". Los primeros colgantes fabricados a base de conchas y colmillos datan de hace 35.000 años, según Arrizabalaga, aun así objetos como este no son "nada comunes" en la Península ibérica. "Tan solo se han encontrado unas 20 piezas de este tipo, todas dentro de cuevas. El que descubrimos el lunes es el primer hallazgo de un colgante al aire libre -aclaró el director del yacimiento-. Hemos tenido la suerte de dar con una aguja en un pajar". Un descubrimiento que calificaron como "muy importante" para entender la prehistoria de Euskal Herria y del resto de la península.

Hallazgos como este generan una "gran satisfacción" entre los excavadores, la mayoría estudiantes de Arqueología de la UPV y la Universidad de Deusto. "Elementos ornamentales como este suelen encontrarse apilados; si hay uno, hay más. Por eso es una inyección de ilusión toparse con uno", precisó Arrizabalaga.

ADORNO Y HERRAMIENTA El Homo Sapiens Cromagnon puebla la tierra desde hace aproximadamente 40.000 años. Personas que físicamente eran como nosotros, tenían la misma capacidad de pensar y la misma inteligencia simbólica: "Eran idénticos. Tenían algunas creencias, hablaban un idioma perfectamente articulado. Si queréis sacar alguna foto aquí nos hemos juntado bastantes de esta especie", bromeó el arqueólogo.

El colgante es un canto de río de un mineral que se llama lutita, una piedra "fácil de perforar" porque es relativamente blanda. En uno de sus extremos tiene una perforación "en forma de reloj de arena", lo que indica que lo taladraron primero por una de las caras, y luego por la otra. "En la parte de arriba del agujero tiene el borde cortante pulido, debido al roce del cordel", explicó el experto. Una de las peculiaridades del abalorio es que también lo utilizaban como "retocador o compresor" para reparar los filos de sus herramientas de sílex que se desgastaban con el uso. Lo conseguían haciendo presión con una piedra relativamente blanda como la lutita. "Los puntitos que se aprecian en las dos caras, se han producido al retocar y afilar todas esas piezas en sílex", precisó el profesor.

CAMPAMENTO RECOLECTOR Arrizabalaga ha trabajado desde 1998 en la explanada zestoarra todos los veranos. "En las dos zonas que hemos excavado hemos encontrado restos del Paleolítico inferior (hace 250.000 años), cuando el Homo Heidelbergensis poblaba esta zona, y también del Paleolítico superior del Homo Sapiens Cromagnon (hace 25.000 años)", comentó el director. Irikaitz fue una zona de "gran interés" para grupos humanos de diferentes épocas, y debido a su riqueza en materias primas.

El arqueólogo definió la pradera donde se ubica el yacimiento como un espejismo: "Venían aquí cada año en una época concreta y instalaban un campamento muy pequeño. Al cabo de muchos años dejaron restos por todas partes y puede parecer que hacían grandes estructuras, pero no es así", apuntó. Los restos de avellana quemada que "de milagro" encontraron indican que los Heidelbergensis solían llegar a Irikaitz en octubre. Las piezas se datan en los laboratorios para que futuros investigadores que se interesen por los descubrimientos puedan tener "toda la información necesaria" en los archivos museísticos.

DOS TECNOLOGÍAS Según dice Arrizabalaga, es "muy fácil" diferenciar los restos del Heidelbergensis de los del Cromagnon. Los campamentos de unos y de otros funcionaban de diferente manera. En el Paleolítico inferior, en un radio de pocos metros, recogían todo lo que necesitaban para sobrevivir: "Los materiales son de peor calidad, los fabricaban con un método más rudimentario", explica mostrando un hacha de mano que acababan de sacar del yacimiento. El Cromagnon, en cambio, recorría distancias más grandes para buscar mejores materiales y fabricaba herramientas de menor tamaño y fáciles de transportar.

"Irikaitz es una zona de excavación muy agradecida", admitió Arrizabalaga y, aun con los recortes presupuestarios que han obligado a Aranzadi a reducir el equipo y las horas de trabajo, el esfuerzo de estos investigadores ha dado su fruto una vez más. El abalorio hallado en la pradera de Zestoa viene a ratificar el valor arqueológico de este lugar en medio de la comarca de Urola Kosta, en el mismísimo centro de Gipuzkoa.

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