Un anónimo devuelve una escultura de Oñati perdida hace un siglo. Sebastian Agirretxe recibió una llamada. «Quiero enseñarle algo», le dijeron. Una pieza renacentista volvía a la luz
11.02.11 - 03:40 - MITXEL EZQUIAGA
11.02.11 - 03:40 - MITXEL EZQUIAGA
Parece un argumento de Pérez-Reverte o la versión vasca de 'El halcón maltés'. Una talla renacentista de un retablo de Oñati desaparecida al menos desde 1927 ha vuelto a la luz gracias a una especie de «secreto de confesión» laico. El inesperado mediador ha sido Sebastian Agirretxe, ingeniero industrial, exviceconsejero de Cultura y especialista en arte del País Vasco.
«Hace un mes recibí una llamada anónima», recuerda hoy Agirretxe en su casa de Donostia. «Una persona que decía haber asistido a una de mis charlas sobre retablos históricos de Gipuzkoa me pedía una cita para entregarme 'una cosa muy importante'. Lo reclamó con tanta insistencia que accedí».
El protagonista involuntario de la historia confiesa que aún se le disparan las pulsaciones al recordar aquel momento. «Quedamos en un lugar y allí se presentó esa persona, que dijo ser también mediador de un tercero. '¿Conoces el retablo de Oñati?', me preguntó. Claro. '¿Y la historia de las tallas desaparecidas?' Pues sí. Me entregó entonces un paquete envuelto en plástico de burbuja. Lo abrí y me quedé pasmado con lo que veía: es una talla rodeada de misterio desde hace décadas».
«Eres de confianza»
¿Por qué me has llamado precisamente a mí?, preguntó Agirretxe a su interlocutor. «Porque eres un apasionado conocedor del arte de este país y porque me pareces una persona de total confianza», le respondió. «Eso me llenó de orgullo», rememora el experto en arte.
Agirretxe y su 'contacto' fueron a casa del primero a examinar la pieza, de madera policromada y que representa al profeta Salomón. Estaba en buen estado de conservación aunque necesitará una restauración». El exviceconsejero de Cultura advierte que no puede dar demasiados detalles sobre la persona que le entregó la pieza «porque él también llegaba por encargo de otros y porque garanticé que mantendría su anonimato».
Sebastian Agirretxe llamó enseguida a la alcaldesa de Oñati, al párroco de la iglesia y a la diputada de Cultura para dar noticia de la 'aparición'. Y emprendió su investigación para completar la historia de un retablo cuyos detalles ya conocía bien y que cuenta con el máximo grado de calificación cultural del País Vasco.
La iglesia de San Miguel Arcángel de Oñati data del siglo XIII. En el XV se añadieron dos naves más a la única original y en el XVI el obispo oñatiarra Rodrigo Mercado de Zuazola manda construir el claustro, reforma la capilla de la Piedad para destinarla a su mausoleo y la dota del retablo renacentista. Gaspar de Tordesillas es autor del retablo, donde se refleja la pasión de Cristo en cinco relieves. Seis figuras los separan: dos desaparecieron hace décadas.
«Nadie conoce bien qué pasó con esas dos figuras», explica Agirretxe. «Algunos piensan que fue en 1927 cuando se produjo el robo o la desaparición, pero no hay pistas certeras». Hasta hoy. Agirretxe mantiene la talla a la espera del acto oficial, dentro de dos semanas, en que entregará la pieza, de unos sesenta centímetros de altura, «al párroco de la iglesia como titular, a la alcaldesa como representante de todo el pueblo y a la Diputación, que debe restaurarla».
¿Cuál es su hipótesis de lo que ha ocurrido? ¿Robo, mercado oculto del arte? «No lo sé. Lo importante es que la talla vuelve al lugar de donde nunca debió salir».
«Hace un mes recibí una llamada anónima», recuerda hoy Agirretxe en su casa de Donostia. «Una persona que decía haber asistido a una de mis charlas sobre retablos históricos de Gipuzkoa me pedía una cita para entregarme 'una cosa muy importante'. Lo reclamó con tanta insistencia que accedí».
El protagonista involuntario de la historia confiesa que aún se le disparan las pulsaciones al recordar aquel momento. «Quedamos en un lugar y allí se presentó esa persona, que dijo ser también mediador de un tercero. '¿Conoces el retablo de Oñati?', me preguntó. Claro. '¿Y la historia de las tallas desaparecidas?' Pues sí. Me entregó entonces un paquete envuelto en plástico de burbuja. Lo abrí y me quedé pasmado con lo que veía: es una talla rodeada de misterio desde hace décadas».
«Eres de confianza»
¿Por qué me has llamado precisamente a mí?, preguntó Agirretxe a su interlocutor. «Porque eres un apasionado conocedor del arte de este país y porque me pareces una persona de total confianza», le respondió. «Eso me llenó de orgullo», rememora el experto en arte.
Agirretxe y su 'contacto' fueron a casa del primero a examinar la pieza, de madera policromada y que representa al profeta Salomón. Estaba en buen estado de conservación aunque necesitará una restauración». El exviceconsejero de Cultura advierte que no puede dar demasiados detalles sobre la persona que le entregó la pieza «porque él también llegaba por encargo de otros y porque garanticé que mantendría su anonimato».
Sebastian Agirretxe llamó enseguida a la alcaldesa de Oñati, al párroco de la iglesia y a la diputada de Cultura para dar noticia de la 'aparición'. Y emprendió su investigación para completar la historia de un retablo cuyos detalles ya conocía bien y que cuenta con el máximo grado de calificación cultural del País Vasco.
La iglesia de San Miguel Arcángel de Oñati data del siglo XIII. En el XV se añadieron dos naves más a la única original y en el XVI el obispo oñatiarra Rodrigo Mercado de Zuazola manda construir el claustro, reforma la capilla de la Piedad para destinarla a su mausoleo y la dota del retablo renacentista. Gaspar de Tordesillas es autor del retablo, donde se refleja la pasión de Cristo en cinco relieves. Seis figuras los separan: dos desaparecieron hace décadas.
«Nadie conoce bien qué pasó con esas dos figuras», explica Agirretxe. «Algunos piensan que fue en 1927 cuando se produjo el robo o la desaparición, pero no hay pistas certeras». Hasta hoy. Agirretxe mantiene la talla a la espera del acto oficial, dentro de dos semanas, en que entregará la pieza, de unos sesenta centímetros de altura, «al párroco de la iglesia como titular, a la alcaldesa como representante de todo el pueblo y a la Diputación, que debe restaurarla».
¿Cuál es su hipótesis de lo que ha ocurrido? ¿Robo, mercado oculto del arte? «No lo sé. Lo importante es que la talla vuelve al lugar de donde nunca debió salir».
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