En aquel tiempo, tomó Jesús la palabra y dijo: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
Reflexión
A veces es difícil saber qué regalar a otra persona. “¿Qué necesita?, ¿qué le gustaría?”
Un regalo pretende precisamente agradar al otro, para demostrarle afecto o gratitud.
Incluso en esto, Dios piensa en nosotros. Y nos ahorra el problema de pensar con qué regalo podemos agradarle más. En el Evangelio de hoy nos lo dice:
“Venid a mí”. Esto es lo mejor. Lo que El está esperando con ilusión. Quiere tenernos cerca. Cada vez más cerca. Sentir el calor de nuestra compañía.
Acercarse a Cristo es buscarlo en la oración, en los sacramentos, y en todos los momentos de nuestra vida. Basta dirigir por un instante nuestro pensamiento a El, cuando vemos a una persona necesitada, cuando escuchamos por qué rumbos camina el mundo... y ya estamos a su lado. Además, El nos promete que así hallaremos nuestro descanso. Encontraremos alivio a nuestras preocupaciones, inquietudes y sufrimientos.
“Aprended de mí”. Quien le busca con sinceridad, no se va con las manos vacías. No regresa por el mismo camino. La imagen del Señor se queda más grabada en nosotros. Y el corazón es entonces más fuerte para imitarlo en nuestra vida.
Ignacio Sarre
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