domingo, 27 de noviembre de 2011
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.27 Noviembre
Expresión simbólica del modo de ser de la Virgen, que ya en el siglo IV resaltaba San Jerónimo: «Durante su vida mortal fue María, de corazón tan piadoso y sensible para con los hombres, que nadie se ha afligido tanto por las penas propias, como María por las ajenas».
En 1828, Catalina Labouré, joven de 22 años en Borgoña, quiere ser Hija de la Caridad. Su padre la traslada a París, para que se distraiga. Por fin, en París mismo, dos años más tarde, consigue entrar en el seminario-noviciado de la calle du Bac, 140
El 27 de noviembre de 1830 está orando fervientemente con toda la comunidad en la capilla. Ese día comienza la devoción a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, presentada por Santa Catalina Labouré como un diálogo de amor, de la Virgen con la humanidad.
A esta esfera que tú ves, representa al mundo entero y a cada persona en particular; estos rayos son el símbolo de las gracias que Yo derramo sobre los que me las piden. Haz acuñar una medalla, según este modelo. Recibirán abundantes gracias y gozarán de mi especial protección, todas las personas que la lleven bendecida y pendiente del cuello, y recen con confianza esta plegaria: Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
Santa Catalina Labouré vivirá oculta, en humildad y obediencia, sus 46 años de vida religiosa, al servicio de los necesitados. Pero la devoción a Nuestra Señora se difunde por el mundo.
Un judío de Estrasburgo, Alfonso Ratisbona, al despedirse en 1842, para un viaje al Oriente, acepta por compromiso de un compañero católico, antiguamente protestante, una medalla de la Virgen Milagrosa, con la recomendación del rezo diario del «Acordaos» de San Bernardo.
El 30 de enero visita turísticamente en Roma la iglesia de San Andrés delle Fratte; de pronto se pone de rodillas inesperadamente; y, al levantarse, repite que la Virgen Milagrosa le ha transformado con su visita y sus palabras. Como sacerdote católico, dedicará la vida a sus hermanos judíos, atrayendo hasta Cristo a veintiocho de sus parientes y a trescientos ochenta más.
Su fundación de Sacerdotes y Hermanas de Sión surge con este ideal y con idéntica devoción a Nuestra Señora de la Medalla milagrosa.
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