viernes, 20 de agosto de 2010

Amarás a Dios con todo tu corazón.Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.”Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.


Reflexión:


“Ama y haz lo que quieras” era el lema de San Agustín. En el amor a Dios y a los demás se resume toda la ley. Quien sea capaz de cumplir este precepto puede hacer lo que le venga en gana. Aunque veremos que es más exigente de lo que parece.

El que ama a sus padres, jamás hablará mal de ellos, ni les hará enfadar. El que ama a sus amigos no les mentirá, ni les tendrá envidia. El que ama a sus hijos no será perezoso para ir al trabajo, ni se emborrachará, ni malgastará el dinero. El que ama a su novia nunca se aprovechará de ella.

Más bien, el que ama será libre para hablar siempre positivamente de todos, podrá ayudar cuando quiera a sus amigos, vecinos y familiares, les tendrá presente en sus oraciones, y será capaz de rezar incluso por sus enemigos. El que sabe amar jamás matará la fama de los otros ni les robará sus derechos; será una persona pacífica.

Cristo es el modelo del amor. Supo ser paciente con todos, perdonando incluso a quienes le iban a matar, se desvivió por enseñar a las gentes, curó las enfermedades de los que se acercaban a Él, y ofreció su vida para salvar las de todos los hombres.

Amó a su Padre y a sus hermanos hasta entregarse por ellos en la cruz. Este último gesto de amor fue el resumen de toda su vida.
P. Clemente González

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