lunes, 11 de abril de 2011
Santa Gemma Galgani
(Gemma: “Joya preciosa”). El 12 de abril de 1903 fue sepultada Santa Gemma Galgani, una de las santas modernas más famosas. Había nacido en Lucca, Italia en 1878. Su padre murió de tuberculosis y esta enfermedad se la transmitió a la hija y la hizo sufrir terriblemente durante toda su existencia. Al morir su padre, la niña quedaba muy desprotegida, pero una familia muy católica la recibió en su casa y la atendió siempre con especial cariño. Gemma fue dirigida espiritualmente por un Padre Pasionista, y por orden de su director espiritual escribió los fenómenos espirituales que le sucedían.
Dice así en sus memorias: "En el año 1899, de pronto sentí un profundísimo arrepentimiento de todos mis pecados y se me apareció Jesucristo con sus cinco heridas y de cada una de ellas salían como llamas de fuego que vinieron a tocar mis manos y mis pies y mi pecho, y aparecieron en mi cuerpo las cinco heridas de Jesús".
Desde 1899 tuvo permanentemente las cinco heridas de Jesús Crucificado que ella ocultaba cuidadosamente. Sus manos las cubría con unos sencillos guantes. Desde entonces, cada semana, desde el jueves a las 8 de la noche hasta el viernes a las tres de la tarde, aparecían por toda su piel las heridas de los latigazos y en la cabeza las heridas de la corona de espinas y sentía en el hombro el peso de una gran cruz que le producía dolor y heridas y la hacía encorvarse dolorosamente. Gemma es patrona de los que sufren graves enfermedades y tentaciones, pero que quieren ofrecer todo por Dios y por la salvación de las almas. Gemma le venía pidiendo a Dios con oraciones, misas, comuniones y sacrificios, que se convirtiera un tabernero que se emborrachaba y hacía emborracharse a muchos más.
Un día, los que estaban en el templo oyeron en un confesionario que un hombre lloraba fuertemente. Era el tabernero que había venido a confesarse muy arrepentido y en adelante vivió santamente. Porque la oración y el sufrimiento que se ofrecen a Dios nunca quedan sin conseguir conversiones y salvación para otros.
El Sábado Santo 11 de abril de 1903 cuando apenas tenía 25 años, Gemma Galgani, sencilla mujer seglar que con sus sufrimientos había tratado de pagarle a Dios sus propios pecados y los de muchos otros, voló a la eternidad a recibir el premio de sus sufrimientos y del gran amor que tuvo siempre a Jesucristo y a la Santísima Madre de Dios. El Papa Pío XI la declaró beata apenas 30 años después de su muerte (en 1933). Pío XII la canonizó en 1940
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