Eres más feo que Picio.
Al parecer, esta expresión viene de un hombre llamado Picio (lógicamente) cuya profesión era zapatero y que vivió en Granada a mediados del siglo XIX. Picio estaba condenado a muerte por un crimen (no puedo concretar cual) y, cuando estaba en la capilla preparándose para el inminente desenlace, le comunicaron que le habían indultado. La noticia le causo tal impresión que su rostro se transformó, perdió pelo, cejas y pestañas, lo que hizo que su fealdad fuera una fealdad de las que hacen época.
Cuando ya por fin estuvo libre, se trasladó a Lanjarón (población famosa en España por su agua). Cuando paseaba por el pueblo lo hacía siempre con un pañuelo que pudiera taparle la cara, pero la crueldad de la gente, o quizás de la Iglesia, hizo que le echaran del pueblo ya que no se atrevía a ir a misa donde tenía que quitarse el pañuelo. Volvió a Granada y allí, al poco tiempo, murió…
Cuenta la leyenda que el párroco que la dio la extremaunción lo tuvo que hacer mediante una larga caña a causa del terror que le causaba la fealdad de este pobre hombre.
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