domingo, 8 de mayo de 2011

Beato Justino María Russolillo.8 Noviembre


POZZUOLI, domingo 8 de mayo de 2011 .- “Haceos santos, de verdad que todo lo demás es cero”. Era el lema de Justino María Russolillo, fundador de la sociedad de las Divinas Vocaciones, quien fue beatificado este sábado en una ceremonia presidida por el cardenal Angelo Amato SDB, prefecto para la Congregación de la Causa de los Santos, en representación del Papa Benedicto XVI.
Dondequiera que iba, su objetivo principal era la búsqueda y el cultivo de las vocaciones, especialmente entre los pobres y los desfavorecidos. La Santísima Trinidad, la Sagrada Familia y la Iglesia fueron los tres grandes pilares para su obra.
El viernes su cuerpo fué expuesto a las 18:30 horas en la Iglesia – cripta del vocacionario de Pianura, (municipio cercano a Nápoles), su lugar nativo, donde se celebró una liturgia de la palabra.
Don Justino, como le llaman sus devotos, nació en Pianura, 18 de enero de 1891. Su familia era sencilla y rica en valores cristianos. Fue educado, especialmente por su tía Michelena. Desde pequeño ya mostraba una inclinación a la vida sacerdotal: “Junto con sus amiguitos improvisaba pequeñas procesiones y liturgias en el patio de la casa paterna”, dijo el postulador para su causa, padre Giacomo Capraro SDV.
Era el tercero de diez hijos de una familia acomodada. Su hermano Ciro también entró a ser sacerdote vocacionista y su hermana Giovanna fue religiosa y la primera superiora general de la rama femenina de esta comunidad.
La familia pasó por un momento difícil económicamente y aún así él se empeñaba en su llamado al sacerdocio. “No te preocupes, que empeñaría mis ojos con tal de hacerte sacerdote”, le dijo un día su madre.
Era tan destacado en el seminario que el padre Antonio Stravino, en ese entonces rector del Pontificio Seminario Regional de Napoli-Posillipo dijo un día: “Si tuviéramos 30 alumnos como Russolillo, seríamos el seminario más envidiado de Italia”.
“Siempre se dejó guiar por el padre espiritual mostrando gran disponibilidad a las divinas inspiraciones y atribuyendo una gran obediencia a sus directores espirituales”, asegura el padre Capraro.
Cuando era joven seminarista, el 16 de julio de 1912 participó en una lectura de la circular consistorial en la que invitaba a todos los ordinarios de Italia a examinar la situación de los seminarios.
“Don Justino la meditó. ¡El beato tenía sólo 21 años!”, anota el padre Caprarro. “Ese fue el motivo inspirador para una familia religiosa dedicada enteramente a la formación y a la cultura de las vocaciones al estado eclesiástico – religioso”, agrega.
Era el inicio de la Sociedad de las Divinas Vocaciones. Así instituyó los vocacionistas, una casa para educar a quienes presentan signos de vocación pero tuvieran una orientación adecuada.
Las dos congregaciones religiosas vocacionistas se convirtieron luego en congregaciones de derecho pontificio. La primera en 1948 y la segunda en 1947.
Estas comunidades se encuentran en diferentes diócesis de Italia, así como en Francia, Brasil, Argentina, Estados Unidos, Nigeria, India, Filipinas, Madagascar, Colombia y Ecuador.
“Los padres y hermanas vocacionistas deben ser para quienes se inician en la vocación a la vida consagrada como los padres y las madres: prontos a educar a quienes la Divina Providencia ha llamado a donarse para la Iglesia”, dice el postulador de don Justino, que pertenece a esta comunidad.
Pero no sólo la acción caracteriza a los miembros de esta familia espiritual. El padre Russolillo dijo a sus hijos que deberían dedicar tres santas horas al día: “una a la lectura espiritual, una a la meditación y una al trabajo”, dice el padre Caparro.
Además, nutrido de varios maestros espirituales, dejó muchos escritos, los cuales han sido publicados en 20 volúmenes, según su postulador quien asegura. “Era un hombre de gran prudencia, oración y discernimiento”.
Así la diócesis de Pozzuoli prepara para la beatificación de este fundador con momentos de vigilia, oración y reflexión, cuya celebración se extiende a los países donde está presente su obra: “La beatificación de don Justino Russolillo representa un motivo de gran alegría para todo el presbiterio y para muchos países de la diócesis de Pozzuoli que don Justino ha podido visitar y en cuyas iglesias ha predicado”, concluye su postulador.

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