domingo, 22 de abril de 2012

JACINTO LIZARRALDE

Un pionero de las marchas alpinas


En 1981 realizó en 37 horas, la travesía Gorbea-Anboto-Udalaitz-Aizkorri-Ganbo-Txindoki. La Subida a Aloña homenajea mañana a Jacinto Lizarralde, el 'correcaminos' oñatiarra

21.04.12 - 03:10 - MARIAN GONZALEZ
OÑATI.

«Este señor es como una máquina humana de marcha con-tinua», así cuentan que definió Aita Lasa hace más de tres décadas a Jacinto Lizarralde. Trataba de explicarle a un montañero cómo era el popular carnicero oñatiarra, y es que aquel mendizale no entendía cómo podía haber subido y bajado sin inmutarse dos veces a Aizkorri ante sus propios ojos.


En forma a los 80. Jacinto en Aloña, con la ropa de faena. ::NATXO
Era algo que Lizarralde solía hacer mucho los domingos. Entre semana el trabajo en la carnicería limitaba su afición montañera a una travesía diaria, así que el fin de semana se desquitaba. Un año realizó hasta 22 veces la doble ascensión dominical a su cumbre favorita, pero hubo jornadas en las que lo hizo en tres, cuatro y hasta cinco ocasiones. El secreto: esconder dos botellas de leche para reponer fuerzas en puntos estratégicos.

Jacinto fue todo un pionero de las maratones de montaña pero a su aire, sin espíritu competitivo, por pura pasión a la montaña. En 1981 invirtió 37 horas en surcar el Gorbea, Anboto, Udalaitz y Aizkorri para culminar en Larraitz tras pasar por el Txindoki. Un total de 140 kilómetros en los que contó con la ayuda de diez amigos que por turnos les fueron acompañando en el recorrido y que reflejamos en la tira fotográfica que abre esta información con imágenes de Santi Mendiola, que fue testigo de la hazaña.

Entonces Jacinto tenía 50 años, este año cumplirá 81, pero sigue teniendo un estado de forma envidiable y mantiene la afición a caminar. Llueva o luzca el sol, Lizarralde sale a las 8 de la mañana de casa y regresa para el mediodía, evidenciando su poderío físico. Si hace malo va andando hasta Arantzazu por la carretera, y si el tiempo acompaña se acerca en coche hasta el Santuario y se da una vuelta por todos esos rincones que conoce como la palma de su mano.

El Camino de Santiago

Y es que hablamos de un montañero que ya hacia los Tres Grandes y otras machadas hace tres décadas. Fue uno de los que en 1987 participó en la primera edición de 'Hiru Handiak'. Entonces tenía 57 años y fue uno de los 88 participantes (salieron 200) que acabó la marcha popular que surcaba tres cimas emblemáticas como el Gorbea, Anboto y Aizkorri. Cien kilómetros de recorrido, con 9.813 de desnivel acumulado y 24 horas de tiempo límite para cubrirlos.

Repitió dos años más, pero al ver que se masificaba la prueba decidió seguir disfrutando de la montaña y el deporte a su ritmo. Lo suyo era puro disfrute, más que competición, le gusta caminar, así que a nadie extrañó que con 70 años, ya jubilado, hiciera el Camino de Santiago, pero no una vez, cuatro en apenas once meses.

De enero de 2.000 a septiembre de 2011 completó la ruta jacobea desde cuatro puntos distintos: Roncesvalles-Santiago (764, 5 kilómetros) en 19 días; Roncesvalles-Santiago-Finesterre (778 km) en 18 días; Cádiz-Santiago-Coruña (1.265 km) en 29 días; y Hendaia-Santiago-Oporto (1.122 km) en 25 días. Los datos de todas las etapas los tiene perfectamente ordenados y clasificados. Lo tenía todo perfectamente calculado y disfrutó mucho de la experiencia.

El homenaje que le harán mañana los organizadores de la Subida Alpina a Aloña hacia las 13.00 horas (en la ceremonia de entrega de premios), le ha sorprendido e ilusionado por igual. Y es que fue precisamente en las faldas de esta cima donde este popular personaje inició su romance con la montaña. De pequeño recorría algunos de los tramos que mañana surcarán los maratonianos. Con diez años atravesaba la crestería cuidando del rebaño de ovejas. Bajo Butreaitz sigue en pie el redil, donde reunía a sus pupilas para ordeñarlas.

Aquella obligación familiar se tornó luego en una afición que le ha dado muchas satisfacciones. Jacinto ha sido durante décadas el 'correcaminos' oñatiarra, esa figura que aún hoy es un clásico de la carretera a Arantzazu con sus inconfundibles pantalones cortos.

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