SAN ANICETO (¿100?-166) nació en Emesa, la actual Hims, en el Orontes, en Siria, en la época en que la Iglesia empezaba a consolidarse.
Se conocen pocos datos acerca de su vida antes de ser electo como undécimo Papa, en el año 155.
San Policarpo, como Obispo de la Iglesia de Oriente, había acudido a Roma para entrevistarse con San Aniceto sobre un tema de crucial importancia entonces, que era la fijación de la fecha de la Pascua.
Siguiendo la tradición de San Juan, Policarpo sostenía que la celebración debería tener una fecha fija. Aniceto, por su parte, se apegaba a San Pedro, y argumentaba que la Pascua siempre tenía que caer en domingo.
Ambos santos fueron incapaces de ponerse de acuerdo. Sin embargo esto no significó ningún tipo de confrontación o cisma entre las distintas sedes de la Iglesia, ya que ambos tuvieron la sagacidad de preservar la unidad por encima de todo, y “se separaron en paz”.
Contra las herejías, en cambio, San Aniceto se mostró implacable, en especial en contra de los valentinianos y de los marcionistas; además, criticó con fuerza a los partidarios del gnosticismo.
Dentro de la Iglesia, estableció normas en cuanto al aseo y el aspecto personal de los clérigos, como prohibirles llevar los cabellos largos.
A San Aniceto se le designa como mártir, aunque no existen datos que lo corroboren.
SAN ANICETO nos enseña la importancia de trabajar con intensidad, entrega, generosidad y bondad para servir al prójimo
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