Filolia es un diminuto país próximo a las islas Curies, cuyos habitantes tienen variables y muy peculiares formas de expresarse, un rasgo de su personalidad y su cultura que siempre ha llamado poderosamente la atención a los visitantes.
El actual rey, Anáforo II, habla repitiendo la primera palabra de cada frase: “Bienvenidos, bienvenidos seáis nobles extranjeros. Disfrutad, disfrutad de la hospitalidad de nuestras gentes”.
En cambio su esposa, la reina Aposiopea, siempre interrumpe sus propias intervenciones de una forma abrupta e inesperada: “Mi señor, deberíais invitar a estos ilustres visitantes a... pero, ¡qué tontería estoy diciendo! Vos ya sabéis.”
Los reyes de Filolia tienen un único hijo, el príncipe Prolepsio, que se expresa constantemente anticipando una consecuencia: “¡Cabalguemos, vayamos a por los caballos!”.
Sus siervos emplean innumerables figuras retóricas, sobre todo al hablar de amor y durante la seducción como metáforas, símiles, hiperboles, elipsis, aliteraciones y otras; y después... copulan por medio de conjunciones.
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