José Ignacio Ansorena, Director y Profesor de Txistu en el Conservatorio de San Sebastián, lo expresa de este modo:

Considero que nuestro instrumento merece tiempo, trabajo y dedicación. Por tres razones fundamentales. En primer lugar, existe una razón de tipo histórico, El txistu es un elemento tradicionalmente integrado en la cultura vasca. No como algunos ingenuamente creen porque la primera flauta de tres orificios se descubriera en zona vasca, cosa bastante difícil de creer y más aún de probar, sino porque, durante siglos, la cultura vasca ha ido perfilando un instrumento muy concreto, con una apariencia determinada, con un sonido característico con una práctica particular, que le es por tanto propio. Para quienes creemos que la tradición es un elemento que da cohesión a los pueblos, ésta es una razón importante, aunque no única.
Hay también una razón de tipo social. El txistu por su simplicidad de construcción está al margen da los grandes circuitos económicos. Sigue siendo y creo que seguirá siendo siempre un instrumento muy barato.
La tercera razón es de tipo estrictamente musical: el txistu es un instrumento de comunicación musical válido. Puedo aducir mi experiencia personal y la de tantos y tantos txistularis como prueba de lo dicho. En los años que llevo dedicado a la enseñanza del txistu en el Conservatorio de San Sebastián, han pasado por mi clase muchos jóvenes que han encontrado en el txistu su forma más idónea de expresión. Incluso en bastantes casos, estos mismos jóvenes estudiaban a la vez algún otro instrumento de los conocidos como universales. Sin embargo, el txistu no representaba para ellos un segundo instrumento o un instrumento menor, sino al contrario, generalmente era su instrumento preferido. No pretendo con estas palabras señalar que el txistu tenga más o menos posibilidades que otros instrumentos, que sea mejor o peor que los demás. Sencillamente, mi intención es explicar que lo mismo que otros instrumentos sirven para la expresión musical, también nuestro chiflico de palo vale.
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