Seguramente usted no cree en la magia. Yo tampoco. No creer en la magia es lo normal. Y lo lógico, además. Ahora bien, le sugiero el siguiente experimento sencillo. Póngalo en práctica si puede. Cualquier día que vaya usted viajando en coche por Castilla y vea -algo normal en ese paisaje- un cernícalo en los aledaños de la carretera, detenga el coche. Apáguelo. Salga y siéntese tranquilamente a mirar al ave. Encienda un cigarrillo si eso contribuye a tranquilizarlo y le permite una observación más relajada. Fíjese en el pájaro. Fíjese bien. Note como está detenido en el espacio, en el aire. Detenido como un dibujo. En un punto fijo. Sin mover ni una sola pluma. Mire el reloj si quiere. Cuente mentalmente los segundos y piense en serio, mientras lo observa, en ese animal salvaje y brutal, con plumas y garras, que parece pintado en el cielo ajeno a los vaivenes del mundo, inmóvil y perfecto. ¿No es eso magia? ¿Magia de verdad? Estar detenido, flotando en el éter, mientras el reloj y nosotros seguimos andando y envejecemos. ¡Dios mío!, ni siquiera los ángeles están así.
Eso es magia. Magia de primera. Y está a su alcance.
Ahora vuelva al coche, arranque y váyase a su casa. ¿Le espera su hijo pequeño allí? También eso es magia.
Publicado por Víctor González
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