Reflexión

El amor lleva a darse. Cuando se trata de un amor como el de Jesús, se llega hasta los extremos más insospechados, hasta el “invento” de la Eucaristía. Cristo tiene que marcharse de este mundo pero “inventa” el modo de quedarse para siempre entre nosotros verdadera, real y substancialmente.
Todos nosotros hemos tenido alguna vez esa experiencia, tan humana, de una despedida. Y sobre todo, si se trata de dos personas que se quieren, su deseo sería el de continuar juntos sin separarse, pero no se puede.
El amor del hombre, por muy grande que sea es limitado. Pero lo que nosotros no podemos, lo puede Jesucristo. Él, perfecto Dios y perfecto Hombre, se tiene que ir pero al mismo tiempo se queda, se perdura, se eterniza en este mundo.
Cristo sabe que en muchos sagrarios donde él mora estará solo la mayor parte del día, experimentando la soledad. Mas Cristo se ha quedado por nosotros, como prisionero por nuestro amor. Siempre esperando. Te está esperando, me está esperando. Espera a todos y cada uno de los hombres, para demostrarnos y desenmascararnos su amor. ¿Cómo no pagar tanto Amor con amor?
José Noé Patiño
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