Reflexión

Este evangelio nos presenta gráficamente la batalla que existe desde la creación del mundo: Satanás contra los hijos de Dios. “Pongo enemistad perpetua entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo” (Génesis 3, 15) Y en esta batalla vemos triunfante a nuestro rey y señor. Él está al lado de cada uno de sus soldados para luchar y vencer con ellos. Nosotros somos soldados de primera fila en ese glorioso ejercito y Cristo también quiere vencer en la batalla que Satanás mantiene en nuestro interior. Por ese motivo nos propone una estrategia. ¿La desarrollamos? ¡Con mucho gusto!
“Todo reino dividido contra sí mismo será devastado”. Primeramente mucha unidad. Debemos estar unidos a Él en todo momento por la oración. Nosotros sabemos lo débiles que somos y cómo ante el primer asalto del demonio sucumbimos si no estamos con Él. Por ello es conveniente elevar nuestro pensamiento a Dios continuamente al inicio del trabajo, del estudio, del descanso y demás actividades preguntándole cuál es la estrategia: ¿Cómo quieres que realice esta labor para el mayor bien de la empresa y de mí mismo? ¿Cómo puedo descansar mejor y hacer descansar mejor a los demás? ¿Cómo lo harías tú?
“Si llega uno más fuerte que él, le vencerá” La segunda consigna es tener valor. Si le tenemos a Él qué podemos temer. Con la seguridad de que Él va delante de nosotros debemos seguir las consignas que nos de el gran estratega, el Espíritu Santo: momentos de oración, hablar bien del otro, defender la fe aún entre los amigos, huir de todo aquello que pueda arrebatarnos la amistad con Dios... ¡Con estas consignas y con tal caudillo seguramente venceremos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario