En el año 79 la Ciudad de Pompeya cerca de Nápoles, Italia, ciudad pagana, quedó sepultada bajo lava proveniente del Vesubio en erupción. Sobre sus ruinas se edificó una nueva ciudad. En el año 1876, el abogado Bartolo Longo (beatificado el 26 de octubre de 1980) encuentra un cuadro que representa la Virgen del Rosario. Dicho cuadro tiene a ambos lados a Santa Catalina de Siena y a Santo Domingo Guzmán.
Cuenta la historia que durante el año 79, una erupción del Vesubio, volcán cercano a Nápoles sepultó bajo su lava la fastuosa ciudad de Pompeya, donde la aristocracia romana tenía sus fincas de recreo.
A comienzos del siglo XIX, ya descubiertas las ruinas de la ciudad, instalaron se en el valle cercano varias familias de campesinos, que levantaron humildes viviendas y una pobre capilla.
En 1872 llegó al lugar Bartolo Longo, abogado de la Condesa Fusco, dueña de éstas tierras. Longo se enteró al dialogar con los campesinos que las cosas no iban mal, aunque fue alertado por la presencia de individuos de malas costumbres, los que hacían que las cosas no fueran del todo agradables. Le comentaron que no había policías y que mientras hubo un cura, éste ejercía cierta autoridad, pero tras su muerte, eran pocos los que seguían firmes en la fe, por lo cual la capilla había quedado abandonada al no oficiarse misas. Allí la gente rezaba en sus casas.
Una noche Longo vio en sueño a un amigo muerto años atrás que le dijo "Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan".
Longo volvió a Nápoles y al regresar llevó consigo una buena cantidad de Rosarios que repartió entre los habitantes del valle. Al mismo tiempo, ayudado por algunos vecinos, se dio a la tarea de reparar la Capilla, a la que la gente empezó a concurrir, en número creciente, a rezar el Rosario.
En el año 1876 se decidió agrandar el Templo. En 1878, Longo obtuvo de un convento de Nápoles un muy deteriorado cuadro de Nuestra Señora del Rosario con Santo Domingo y Santa Rosa de Lima, que un pintor restauró. Se ignora porque se cambió la figura de la Santa limeña por la de Santa Catalina de Siena.
Puesta sobre el altar del Templo, aún inconclusa, la Sagrada imagen comenzó a obrar milagros.
El 8 de mayo de 1887, el Cardenal Mónaco de la Valleta colocó a la venerada imagen una diadema de brillantes bendecida por el Papa León XIII y el 8 de mayo de 1891, se llevó a cabo la Solemne Consagración del nuevo Santuario de Pompeya, que existe actualmente.
Después de la Misión Arquidiocesana de 1960, el Padre Strita, que era encargado de celebrar el oficio de la Misa en Oro Verde, eligió como Patrona del mismo a Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.
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