domingo, 12 de septiembre de 2010

El txakoli recupera terreno perdido

La producción de txakoli experimenta un auge en el Alto Deba, bajo el sello 'Getariako txakolina'. Nuevos productores se incorporan a su cultivo desde la ampliación de la D.O. Getaria




El txakoli no es un cultivo ajeno a Debagoiena, como muchos podrían pensar. La elaboración de este vino autóctono era una práctica bastante común en muchos caseríos de la comarca, y aún lo sigue siendo -a la antigua- en algunos 'baserris' de Angiozar y Bergara. Pero la producción casera de txakoli fue siempre muy residual frente a la de sidra. La acidez y la acritud de los caldos autóctonos, elaborados de forma muy rudimentaria y tosca, no contribuyeron precisamente a popularizar su consumo. Además, la relativa proximidad de la Rioja alavesa constituía una competencia imbatible.
En esas condiciones, los viñedos prácticamente acabaron por desaparecer del Alto Deba. Salvo por los emparrados ornamentales y alguna que otra cepa centenaria olvidada que ha subsistido milagrosamente, como descubrieron en el caserío oñatiarra Murgialdai, la viticultura parecía cosa del pasado en la comarca. Hasta que unos pioneros se encargaron de resucitar y modernizar esta actividad.
Los arrasatearras Javier Arregi 'Kataide' y Félix Etxagibel 'Artazubiaga' primero, y el oñatiarra Juan Zelaia 'Upain' poco después, inyectaron nueva savia a la tradición vitivinícola heredada de sus mayores aplicando nuevos conocimientos y técnicas en los cultivos y en los procesos de elaboración.
La senda abierta con gran esfuerzo por estos innovadores debagoiendarras del txakoli ha desbrozado el camino a otros productores. Desde la ampliación de la Denominación de Origen Getariako Txakolina a toda Gipuzkoa en 2007, tres caseríos de Oñati se han involucrado en el cultivo vitinícola. Dos de ellos, Belaskuena y Ditxosuena, se hallan enclavados en el barrio de Zañartu, cerca de donde Juan Zelaia posee sus viñedos y bodega Upaingoa.
A las más de seis hectáreas de viñedos de Upain se le añade ahora otra superficie similar repartida entre las distintas parcelas cultivadas de forma asociada por Pedro Zabaleta 'Ditxosuena' y Jon Kortabarria 'Belaskuena'. Son vides plantadas en 2008 y cuya tercera cosecha se recogerá este próximo octubre. Será algo más copiosa que la del año pasado, confía Pedro 'Ditxosuena', quien el año pasado recogió una modesta primera cosecha que le reportó sus primeras 200 botellas de txakoli -elaboradas en una bodega de Getaria-. Ditxosuena y Belaskuena poseen viñas aún muy jóvenes y hay que olvidar, como explicaba el arrasatearra Félix Etxagibel 'Artazubiaga', que una vid rinde al tercer año vida sólo un 25 por ciento, y necesita 7 u 8 años para alcanzar un rendimiento del 100 por cien.
Con idénticas premisas trabaja el tercer productor debutante en Oñati. Haritz Galdos, del caserío Murgialdai, sito en el barrio de Murgia. Este joven baserritarra compatibiliza su actividad como docente en Antzuola con la explotación de un caserío en continua evolución. Si algo no les falta es iniciativa: su abuelo montó un gallinero para vender huevos y su padre una ganadería para leche. Ahora Aritz pretende imprimir su sello dedicándose a la viticultura. Pretende así recuperar una actividad txakolinera «que se remonta muchas generaciones atrás». Aritz recuerda a su abuelo y a su padre elaborar txakoli para casa. «Era un proceso de elaboración muy rústico, y el resultado era un txakoli excesivamente ácido, y a diferencia de Getaria, donde han sabido innovar con tecnología y conocimiento, aquí nos hemos quedado atrás» analizaba Murgialdai. Ahora él trata de superar esa 'brecha txakolinera' adquiriendo conocimientos -cursillos y libros- y experimentando con el cultivo de 2,5 hectáreas de txakoli. La primera hectárea data de 2008, y este año recogerá su primera, aunque aún escasa, cosecha. Plantó las 1,5 hectáreas restantes el año pasado, y hasta 2011 de podrá recoger uva.
Aritz Galdos está dispuesto a adquirir los derechos para cultivar hasta 6 hectáreas. Y con esa producción, asegura, los ideal sería «contar con tu propia bodega para elaborar txakoli». Ya tiene pensado hasta el nombre: Murgialdai, obviamente, y confía en que el tirón turístico de Oñati y sus numerosos restaurantes y bares pueden brindarle canales para comercializar su producción.
El contagioso optimismo de Murgialdai se acentúa aún más cuando asevera que «aquí -en el Alto Deba- se dan mejores condiciones climatológicas para elaborar txakoli: el contraste de temperaturas invernales y estivales refuerza sus aromas afrutados».
Excluidos
Los pioneros del moderno txakoli del Alto Deba se embarcaron en este proyecto antes incluso de que en 1989 se constituyera la Denominación de Origen Getariako Txakolina, de la que encima quedaron excluidos.
El recién creado sello sólo incluía a los productores de Getaria, Zarautz y Aia. Todos los demás cultivadores y bodegueros de txakoli de Gipuzkoa quedaban así relegados de un plumazo a meros productores de 'vino de mesa'.
Tuvieron que pelear incansablemente durante casi 20 años para conseguir que la Administración incluyera al fin a los productores y bodegueros del Alto Deba dentro de la Denominación Oficial Getariako Txakolina. Largos años durante los cuales no faltaron denuncias, sanciones y mandatos para arrancar las viñas. La persecución contra los txakolineros 'ilegales' de Debagoina se prolongó hasta 2007, cuando la Diputación Foral se avino por fin a ampliar la Denominación Getariako Txakolina a todo el territorio histórico de Gipuzkoa.
Félix Etxagibel 'Artazubiaga', productor del txakoli Otxia, aseguraba que «entramos en la D.O. de manera forzada y por la puerta de atrás, y sólo después de que algunas denuncias por fraude debido al uso de uva foránea. Y para acallarnos y correr un tupido velo sobre este escándalo, la Diputación Foral y los bodegueros de la Denominación accedieron ampliar el sello a toda la provincia».
Dos años antes, los txakolineros del Alto Deba, junto a varios otros de la provincia, habían constituido la Asociación para el Txakoli de Gipuzkoa (Atxagi). Demandaban una nueva denominación genérica Gipuzkoako Txakolina. Al final, la diputación optó por ampliar la denominación de Getaria, pero no sin antes doblegar la frontal oposición de productores y bodegueros getariarras.
Los motivos de estas reticencias «eran estrictamente económicos», aseguraba Etxagibel. La D.O. Getariako Txakolina era un «coto cerrado que no querían compartir con nadie más». Las 200 hectáreas de txakoli autorizadas en Gipuzkoa estaban concentradas en Getaria, Zarautz y Aia.
La Diputación amplió en 2007 en otras 100 hectáreas la superficie autorizada para cultivar txakoli. Pero el reparto de ese nuevo cupo se realizó de forma salomónica para acallar las protestas de los bodegueros de la costa. Etxagibel señalaba que de esas 100 nuevas hectáreas «sólo 30 se concedieron a los productores integrados en Atxagi; las restantes 70 hectáreas se las repartieron entre los de Getaria, Zarautz y Aia», que así 'tragaron' mejor la ampliación contra la que habían luchado con uñas y dientes, incluso denunciando a productores como Etxagibel para que la Diputación le ordenara arrancar las viñas.
A juicio de los txakolineros del Alto Deba, la ampliación de la Denominación a toda Gipuzkoa en 2007 debe muchísimo al papel desempeñado por Juan Zelaia al frente de Atxagi. Este prestigioso y acaudalado empresario oñatiarra «tocó las teclas adecuadas» para doblegar la oposición de los getariarras, y por ende, de la Diputación Foral.
KEPA OLIDEN.
D.V.

1 comentario: