Hoy, 4 de agosto, conmemoramos a San JUAN MARÍA VIANNEY, Sacerdote.
SAN JUAN MARÍA VIANNEY (17861-1859) nació en Dardilly, cerca de Lyon, Francia, en el seno de una familia de campesinos humildes.
El
niño Jean-Marie Baptiste nació casi junto con la Revolución Francesa.
Su familia era devota, pero durante su juventud tuvieron que practicar
su religión en secreto. Él se destacaba por no tener mucho
entendimiento, pero esto lo compensaba con una perseverancia a toda
prueba.
En su juventud, San Juan María Vianney sintió el llamado
de la vocación sacerdotal, pero por más que se preparaba no conseguía
ser admitido en ningún seminario. Además, en 1809 fue recogido por la
leva de soldados de Napoleón Bonaparte.
San Juan María consiguió
escaparse antes de llegar al frente de batalla, por lo que tuvo que
vivir escondido de las autoridades durante un par de años. Finalmente se
decretó amnistía general en 1811, y pudo regresar a su hogar y a sus
intentos por convertirse en sacerdote.
Buscando inspiración y
apoyo para su causa, realizó una peregrinación a la tumba de San
Francisco Regis, lo que le proporcionó sobre todo confianza en sí mismo.
Finalmente, con la paciente ayuda de un amigo, el venerable padre
Balley, consiguió San Juan María Vianney realizar su sueño de recibir la
orden sacerdotal en 1815.
A la muerte de su benefactor, se le
adscribió en 1821 a Ars-sur-Formans, una aldea de 300 pobladores, a los
cuales “nada diferenciaba de los animales, salvo el hecho de estar
bautizados”, como le dejó dicho por escrito su predecesor.
En
esta aldea indiferente y tirada al vicio, San Juan María Vianney logró,
con caridad y perseverancia, e inmune al desaliento, volver a despertar
la fe en los aldeanos.
Tal fue su éxito como predicador y
confesor, que su fama se extendió más allá de Ars, y cada vez más gente
de fuera comenzó a llegar solamente para acudir a misa y escuchar los
sermones del padre Vianney.
Luego de más de 25 años, y abrumado
por los millares de feligreses que le buscaban para confesarse, y
considerándose indigno, algunas veces intentó escapar de Ars, pero
siempre regresó, pues sabía que en la iglesia él era esperado.
En
el caluroso verano de 1859, y con la salud minada completamente, San
Juan María alcanzó aún a pagarle al médico para que ya no acudiera más a
verle, y ese día falleció. Su cadáver incorrupto se conserva en
Ars-sur-Formans, en la basílica que se erigió ex profeso.
San Juan María Vianney fue canonizado por el papa Pío XI en 1925. Es el santo patrono del clero parroquial.
SAN JUAN MARÍA VIANNEY nos enseña que tener un intelecto limitado no es un obstáculo para hacer el bien y alcanzar la santidad.
lunes, 4 de agosto de 2014
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