Hoy, 2 de abril, conmemoramos a San FRANCISCO de PAULA, Ermitaño.
SAN FRANCISCO DE PAULA (1416-1507) nació en Paula, en la región de Calabria, Italia, pequeña villa sobre el Mar Tirreno, en el seno de una familia de campesinos pobres.
Los padres del niño que alcanzaría la santidad eran un matrimonio de edad avanzada que luego de 15 años no habían podido concebir. Por eso rogaban fervientemente a San Francisco de Asís que intercediera por ellos para que Dios les concediera un hijo.
Cuando inesperadamente la madre dio a luz, al niño le pusieron por nombre Francisco, en agradecimiento y conmemoración. Y en efecto, la imagen del santo de Asís habría de ejercer sobre él una fuerte influencia.
Desde muy tierna edad dio muestras de una religiosidad fuera de lo común. A los 13 años vistió el hábito de la orden franciscana en el convento de San Marcos Argentano, al norte de Cosenza. Transcurrido el plazo de un año de sus votos, fue llevado a una peregrinación a Asís, a la tumba del “Poverello”, para decidir su vocación futura.
Pasó por varias ciudades de Italia, pero cuando se encontraba en Roma le impresionó ver un suntuoso carruaje que transportaba a un Cardenal lujosamente vestido. Cuando el joven le imprecó tanta ostentación, la respuesta del dignatario: “Es para mostrar la dignidad de la Iglesia”, no le satisfizo.
A partir de ahí se retira a las ruinas de una antigua eremita, y vive varios años apartado del mundo, dedicado a la penitencia y la oración. Eventualmente un grupo de jóvenes lo encuentra y empiezan a frecuentarlo, admirados de su religiosidad y con deseos de seguir su ejemplo. Así fundó él la Orden de los Mínimos, o Ermitaños de San Francisco de Asís, cuyos miembros en un principio se alimentaban sólo de pan y pescado.
San Francisco de Paula sanaba a los enfermos y ayudaba a los necesitados. Era considerado un taumaturgo, y su Orden prosperaba. Poco a poco la fama de sus milagros y prodigios se fue extendiendo, hasta llegar a oídos del Papa, y más allá, hasta la corte del rey Luis XI de Francia, quien se encontraba gravemente enfermo y lo mandó llamar.
En Francia no pudo curar al rey, pero supo transmitirle una gran tranquilidad a su alma, y el soberano falleció con sosiego. A continuación San Francisco pidió la venia de regresar a Paula a su monasterio, pero Carlos VIII, sucesor al trono, se opuso, y lo designó como su consejero espiritual.
El santo de Paula falleció en Tours, Francia, a la edad de 91 años. Fue canonizado por el Papa León X en 1519.
SAN FRANCISCO DE PAULA nos presenta un modelo ejemplar de rigor religioso y de penitencia.
jueves, 2 de abril de 2015
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