Hay muchas clases de ficus (Benjamina, Elastica, Microcarpa, Rubiginosa...). Son todos muy decorativos bien sea por sus hojas, por su tronco o por sus raíces (algunos las tienen enormes). El Ficus Sycomorus también conocido como Sicomoro es un árbol espectacular que sale a menudo en la Biblia. Este ficus da higos. Los egipcios utilizaban su madera para hacer sarcófagos porque pensaban que sólo así, encerrado en esa maravilla aromática, el muerto viajaría en verdad a la eternidad y se haría inmortal. Según algunos autores, todos los ficus están enamorados.
El ficus benghalensis o laurel de la India es ese árbol increíble que echa raíces aéreas desde las ramas altas y puede llegar a convertirse, un solo ejemplar en un bosque entero. Todos lo hemos visto en algún jardín botánico. Es tan espectacular que los turistas suelen hacerse una foto entre sus raíces. Yo mismo tengo una en la que aparezco sonriente y absurdo en pantalones cortos en medio de ese bosque de troncos que parece sacado de un sortilegio, pero no la voy a poner aquí para no incordiar.
Otra variedad de ficus es el árbol del caucho (Ficus elastica). Es una planta de interior muy apreciada que se da bien en maceta. Yo tengo un ejemplar en el salón que es como una selva en pequeño, verde, oscuro, exhuberante, rico y salvaje. A veces este ficus derrama lágrimas de goma, untuosas y pegajosas como un amor que caen sobre sus hojas inferiores manchándolas de no se sabe qué ternura blanca. Yo se las limpio pacientemente con un paño húmedo y me pregunto siempre: ¿por qué llorará?
VÍCTOR GONZÁLEZ
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