martes, 8 de junio de 2010

Las anécdotas del Corpus .

Un año San Miguel salió sin alas, y recientemente la puerta de la parroquia se quedó atrancada al término de la misa mayor. La rúptura de la cruz de San Miguel hizo rememorar otros sucedidos


El anecdotario del Corpus es extenso. Una procesión con tantos participantes es caldo de cultivo de infinidad de sucedidos. El domingo, la ruptura del báculo o bastón en forma de cruz que porta el imponente arcángel San Miguel en su marcial paseo urbano, fue sin duda la anécdota de la jornada.
Primero, a lo largo del recorrido se desprendió el aspa horizontal, y ya en la plaza, cuando el patrón honraba al Santísimo, la parte superior del bastón. «No es algo extraordinario» explicaban el mismo domingo al término de la procesión en la Cofrafía del Apostolado. «Con tantos elementos siempre pasa algo, lo que ocurre es que muchas veces pasa desapercibido».
El trajín de la jornada, y la antiguedad de los objetos hace que casi siempre tengan que llevar algún elemento a la empresa gasteiztarra Croma, que es desde hace más de una década la encargada de restaurar las imágenes y complementos del autosacramental oñatiarra. Pronto recibirán la visita del báculo del personado San Miguel.
Y hablando de anécdotas, algunos recordaban una relativamente reciente, cuando hace dos años una de las puertas de la parroquia se quedó atrancada al término de la misa mayor, y obligó a los dantzaris y a la comitiva del Apostolado que acudían a la iglesia, a templar los nervios mientras lograban abrirla.
Entre las antiguas, Joxe Errasti, recordaba hace unos años como una de las más graciosas, el año en que San Miguel salió sin alas. «No nos dimos cuenta y en una zona de poco público, me las pusieron» explicaba.
A los dantzaris los perros de los caseríos les han dado más de un susto en sus peregrinajes rurales, y hace ya unos años, un mendigo se metió en la mitad del arku-dantza mientras bailaban en Olakua ante la atónita mirada de los espectadores y los propios dantzaris
Sucedidos al margen, lo cierto es que el Corpus brilló un año más el domingo con la complicidad del tiempo y la gente, y la jornada fue redonda a pesar del intermitente xiri-miri.

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