miércoles, 30 de junio de 2010

SAN MARCIAL OBISPO.30 JUNIO

Hebreo de nacimiento, y, según todas las conjeturas, galileo. Pariente cercano del protomártir San Esteban, y muy probablemente también de San Pedro. Primer Obispo de Limoges, donde apacienta su grey durante veintiocho años y fallece pacíficamente hacia el año 73 de nuestra Era. — Fiesta: 30 de junio.
Fue seguramente Marcial uno de los setenta discípulos que eligió el Señor para enviarlos a predicar su doctrina y confirmarla con prodigios realizados en su Nombre.
Recibió el Bautismo de manos de San Pedro, asociándose enseguida a sus correrías apostólicas y acompañándole siempre en los primeros días de la Iglesia. Con el Príncipe de los Apóstoles fue también a Roma. Pero, movido éste por especial inspiración, lo consagró Obispo y lo envió a tierras francesas. Es considerado por la tradición como el primer Obispo de Limoges.
A Francia llegó acompañado de San Amador, su discípulo; y mientras éste se retiraba a unos peñascales —hasta el presente conocidos con el nombre de «Roca de San Amador»— para hacer allí vida de soledad, oración y penitencia, tomando él otra ruta, siguió hasta Burdeos y comenzó a predicar con tanto fervor el nuevo mensaje, que en aquellas comarcas se convirtieron al Cristianismo innumerables paganos. Cierto es que predicaba, no sólo con palabras iluminadas y ardientes, sino también con ejemplos y obras admirables. Andaba por las calles a pie descalzo, ayunaba todos los días a pan y agua, y acompañaba siempre sus sermones con visibles y grandes milagros.
Llegado a la ciudad de Limoges, donde, al parecer, por expresa voluntad de San Pedro, debía fijar su Sede, es aposentado en casa de una noble señora, que le recibe devotamente. La tradición le ha dado el nombre de Susana. Hizo enseguida en aquel hogar un memorable milagro: la curación repentina y absoluta de un frenético.
Después de haber admirado a todos con una serie larga de prodigios y conseguido muchas conversiones, sucedió que yendo un día Marcial al teatro de la ciudad para propagar allí la doctrina de Cristo, fue apresado por los sacerdotes de los ídolos —que estaban furiosos contra él—, maltratado con crueldades y torturas y encerrado a continuación en una cárcel. Mas al día siguiente, estando el santo Obispo en oración, una gran claridad iluminó la prisión, quebrándose las cadenas suyas y las de los demás con él encarcelados, y las puertas se abrieron por sí mismas. A la vista de tan estupendo suceso, todos los allí presentes pidieron al Santo el Bautismo, que él les administró después de instruirlos en las principales verdades de la fe cristiana.
El glorioso acontecimiento irritó muchísimo a los enemigos del Prelado. Los cuales, sin embargo, viendo que no cesaban de obrarse curaciones de enfermos, milagros de otras diversas especies, e incluso resurrecciones de muertos, por su valimiento, no se atrevieron ya más a enfrentarse con él. Así pudo consagrarse de lleno al apacentamiento de sus fieles y al acrecentamiento de aquella cristiandad, que a los pocos años fue esplendorosa.
Después de haber gobernado su Diócesis por espacio de casi seis lustros, y a la edad de cincuenta y nueve años, supo, por divina revelación, que era inminente la hora de su muerte. Reunidos numerosos diocesanos a su alrededor, les dirigió una ferviente exhortación. No tardó en enfermar de graves calenturas y entregar su alma al Creador.
Es venerado San Marcial, Obispo, en varios sitios de España, y especialmente en Cataluña. Lo fue en un monasterio que existía desde largos siglos en la montaña del Montsenyy continúa siéndolo en una ermita allí mismo edificada. Es titular de una parroquia en el Panadés. También se le tributa culto en el pueblo de Riudaura, de la diócesis de Gerona. No son pocos, en algunas comarcas catalanas, los que llevan el nombre del gran propagador del Evangelio y admirado taumaturgo.

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