Estas pertenecen a una serie que hice en la playa de Agrelo (Bueu) hace un par de años. Es la playa a la que voy todos los días en verano. Estelas. Aviones. Trazos en el cielo. Un reflejo también de lo que ocurre en el mar, pues en Agrelo y Portomaior entran a menudo bandadas de delfines persiguiendo bancos de sardinas: estelas en el agua. “Caminante no hay camino, sino estelas en la mar...”, ya saben.
El caso es que hice unos cuantos cientos de fotos parecidas a estas y después me deshice de casi todas (así es la fotografía digital, efímera como las nubes). Me decidí a hacerlas después de leer uno de los libros más bonitos y sorprendentes que había caido en mis manos en los últimos años: “Guía del observador de nubes” de Gavin Pretor-Pinney. Un señor inglés que ha fundado una sociedad dedicada a la exaltación y defensa de las nubes: “The Cloud Appreciation Society”.
Las estelas de condensación de los aviones son en la práctica nubes, con las únicas diferencias con respecto a las “naturales” de que son rectilíneas y creadas por el hombre. Una forma moderna de lo natural, dejando aparte el hecho de que son bastante dañinas para el medio ambiente... pero ese es otro tema. Según Pretor-Pinney, en contraposición a la belleza orgánica, caótica y barroca de las nubes naturales, las estelas poseen “la simplicidad abstracta de un Mondrian”. Lean el libro. Les gustará.
VICTOR GONZALEZ.
lunes, 9 de agosto de 2010
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