SAN HERIBERTO DE COLONIA (970-1021) nació en Worms, Alemania, hijo del duque de Worms.
Estudió en la escuela de la catedral de su ciudad natal, y luego pasó algún tiempo en el monasterio benedictino de Gorza, en Lorena. Recibió la orden sacerdotal en 994, y pasó a ser rector de la catedral de Worms.
A los 25 años es nombrado fue nombrado canciller para Italia del emperador Otón III, a quien acompañó a Roma en 996 y 997, y luego canciller para Alemania hasta el deceso del emperador en 1002, ante cuyo lecho de muerte estuvo presente.
En 999 fue nombrado arzobispo de Colonia por el papa Silvestre II. No obstante, a la muerte de Otón, San Heriberto tuvo una relación difícil con el sucesor de éste, Enrique II, pugna que le valió numerosos problemas, y que se resolvió hasta 1021.
Ante la desventura política, San Heriberto se consagra de lleno a su obispado, y se vuelve auxilio y aliado de los pobres; siente que ayudar a los necesitados es deber de todo hombre de la Iglesia.
Cuando la peste y el hambre llegaron a Colonia, empezaron a atribuírsele numerosos milagros, como sanar enfermos y curar la ceguera. Esta fama ha persistido largo tiempo, y se invoca a San Heriberto para pedir su intercesión contra las plagas.
San Heriberto es fundador del monasterio benedictino y la iglesia de Deutz, donde se encuentra su tumba. Su culto nació espontáneamente. Fue canonizado por el papa Gregorio VII en 1075.
SAN HERIBERTO DE COLONIA nos enseña que la adversidad es también una oportunidad para llevar una vida santa.
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