Santa María Salomé, esposa del Zebedeo, madre de Santiago y Juan, apóstoles preferidos de Jesús, fue también del grupo de amigos del maestro.
Le pidió a Jesús los primeros puestos en el reino para sus hijos, aprendió del propio Cristo lecciones de humildad y servicio evangélico hasta la muerte; estuvo al pie de la Cruz y se afanó con cariño en el entierro de Jesús y en el cuidado de su sepulcro.
Fue una de las mujeres testigo de la resurrección de Cristo y se encuentra entre los que oran juntos en el Cenáculo con la Virgen y los apóstoles en el nacimiento de la Iglesia.
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