Arrikrutz se viste de aniversario, con su mejor traje
Se cumplen 50 años del descubrimiento del león cavernario, y la cueva lo celebra «con el guapo subido» al resurgir el río Aldaola de sus entrañas por las intensas lluvias y ofrecer estampas y sonidos muy especiales
Iñaki Zubeldia, uno de los protagonistas del hallazgo, ofrecerá el sábado una visita guiada contando la experiencia
La cueva está preciosa, «con su mejor traje», así que el despegue de los actos conmemorativos del 50 aniversario del descubrimiento del esqueleto del león cavernario de Arrikrutz, el único ejemplar completo hallado en la península y que como especie desapareció hace 10.000 años, no podría arrancar mejor.
El próximo sábado, Iñaki Zubeldia, uno de los protagonistas de la aventura, rememorará la odisea que ocupa una de las páginas ilustres de la paleontología vasca con un invitado especial: el río Aldaola que, con las lluvias y la nieve, ha resurgido de sus entrañas y fluye ofreciendo una estampa y una banda sonora muy especial.
La humedad ha dejado su huella en las paredes, y los 'gours' se muestran pletóricos. Es un lujo para los sentidos, que en enero y febrero ha podido disfrutarse solo en visitas concertadas, y que con la reapertura de la cueva, este fin de semana, acerca el exclusivo traje invernal del paraíso subterráneo a todos los públicos. «Pocas veces tenemos la oportunidad de ver tanta agua -explica la guía Jaione Elorza a unos visitantes-. Hemos llegado a necesitar el paraguas dentro de la cueva, algo insólito». Éstos destacan los sonidos del agua, mientras escuchan con la atención la historia del hallazgo del león que viste la cueva de aniversario.
Si en el calendario chino es el año del mono, en el oñatiarra acaba de arrancar el del león. Y qué mejor persona para abrir el programa conmemorativo que el ikaztegietarra Zubeldia, que siempre ha mantenido una relación muy estrecha con Arrikrutz. Hace medio siglo pensó que iba a morir en su interior, y en vez de eso unió su historia de por vida a la del león cavernario. Junto al vallisoletano Manuel Maroto, ambos estudiantes del seminario de Arantzazu, estuvo perdido durante más de doce horas en el complejo y extenso entramado kárstico oñatiarra. «Queríamos llegar hasta la sala Aranzadi, de cuya existencia sabíamos por planos y libros, así que, aprovechando las tres horas de recreo que teníamos los jueves y domingos, le pedimos al padre maestro seis horas. Él accedió con la condición de que estuviésemos de vuelta a las ocho de la tarde para cantar en el coro», explicaba en una visita a la cueva.
Se fabricaron unas antorchas con las velas de la Basílica y se adentraron por un paraíso de impresionantes excéntricas, coladas y sifones entre cortinas, estalagmitas, gours y otras formaciones típicas de la erosión del agua sobre espacios calizos. Conocían bien las diversas formas con las que las goteras que llevan calcita habían vestido y engalanado la piedra que el río Aldaola devoró, vaciándola por dentro y convirtiéndola en morada de animales prehistóricos, pero no esperan hallar ningún león.
«Atravesamos el espectacular Bosque las Maravillas, y a partir de ese punto extremamos la precaución, porque había agujeros negros», relataba aludiendo a las estrechas simas en cuyo fondo había pozos de agua.
Así, sin prisa pero sin pausa, llegaron a lo que ellos creían su paraíso particular. «Era un terreno desconocido, así que enfocamos las luces al suelo para evitar peligros y no nos dimos cuenta de que estábamos atravesando toda la sala Aranzadi. Confundimos el inicio con el final y en ese paseo llegamos a una galería nueva que estaba cerrada con estalactitas. Decidimos atravesarla escarbando y a unos 100 metros hallamos el esqueleto. Pensamos que era un oso, se habían hallado muchos en los alrededores, y no le dimos excesiva importancia, y como ya eran la seis y teníamos que cantar emprendimos el camino de vuelta, satisfechos del doble descubrimiento».
Pero no conseguían dar con la salida y eso les hizo pensar que un desprendimiento les había dejado incomunicados. Aún así no perdieron los papeles. «Decidimos comernos el bocadillo y dormir un poco, para tratar de hallar el escape un poco más tarde, más tranquilos y descansados», narra aún como si le hubiese sucedido ayer. «Apagamos las velas para ver si se filtraba algo de claridad e intentamos dormir, pero hacia las once la noche la tensión nerviosa hizo que sufriésemos alucinaciones. Fueron unas horas interminables, pensamos que no volveríamos a ver a nuestras familias, y lo cierto es que ellas no se enteraron de lo ocurrido hasta mucho tiempo después». El frío, la oscuridad y aquel silencio sepulcral se romperían hacia las 5.30 de la mañana. «Oímos el cuerno de vaca de Jesús Nazabal, experto montañero y compañero que prometió no salir de la cueva hasta encontrarnos. Los frailes habían mandado ya tres expediciones y uno de los franciscanos había ido con el viático y la extremaunción» rememoraba en una visita.
«Al principio pensamos que era otra alucinación, pero luego lo oímos más cerca y comenzamos a gritar. Un poco de chocolate, agua, mantas, y muchos abrazos cerraron una herida que a muchos les hubiera costado cicatrizar, pero que no ha hecho mella en Zubeldia. Si acaso le unió más a los misterios del subsuelo. Y eso que durante mucho tiempo lo ocurrido fue casi un secreto.
Una reproducción a escala del animal de tres metros de longitud, una altura de 1,10 metros y 400 kilos de peso, y su esqueleto, recuerdan en Arrikrutz la aventura que ambos vivieron, y el sábado habrá oportunidad de volver a escucharla en boca de Zubeldia, como aperitivo al 'Día de las Cuevas', que ocho paraísos subterráneos hermanados de la cornisa cantábrica y los Pirineos Atlánticos celebrarán el 12 y 13 de marzo.
Una visita excepcional, que comenzará a las 16.00 horas, en la que conocer también su trabajo en la catalogación y extracción de la osamenta de la cueva junto al paleontólogo Jesús Altuna, proceso que duró más de dos años.
El próximo domingo, quienes aún no hayan disfrutado de las maravillas del sexto continente oñatiarra o quieran repetir, porque el aniversario y la belleza invernal de la cueva lo merecen, podrán hacerlo con rebajas. Es ya tradición ofrecer la oportunidad de visitar el santuario subterráneo a mitad de precio en 'El Día de las Cuevas'. No obstante, una de las citas más especiales en cartera es una excursión el 16 de abril al lugar exacto en el que fue hallado el león. Una prospección al margen de la pasarela, con plazas limitadas, que hay que reservar llamando al teléfono 943082000.
Arrikrutz y su león darán que hablar este año, y de momento calientan los motores de la nueva campaña con 'Koben Eguna' Si sigue lloviendo, el traje de gala está asegurado, pero el fondo de armario es de primera, así que el disfrute de esta maravilla labrada por la naturaleza está asegurado en cualquier época del año.
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