jueves, 27 de septiembre de 2012

Carlos Martínez de Irujo

«Yo he disfrutado en Oñati como en ningún otro sitio, aquí soy feliz»


27.09.12 - 01:41 - MARIAN GONZALEZ
OÑATI. Mañana se firma el convenio de cesión y uso público de los jardines de Lazarraga, un acuerdo en el que ha tenido mucho que ver el oñatiarrismo de Carlos Martínez de Irujo, un auténtico enamorado de la villa. La apertura oficial no tendrá lugar hasta mediados o finales de octubre, pero el sábado el recital que la Banda Municipal de Música ofrecerá en este escenario, permitirá a los oñatiarras darse un primer garbeo por este vergel declarado como bien cultural calificado por el Gobierno Vasco. El duque de Sotomayor desgrana los recuerdos de su juventud, su pasión por Oñati, y sus deseos de revitalizar la monumental casa-palacio.


-Después de varios siglos en los que estos muros han estado cerrados a los oñatiarras. ¿Qué motivo, en qué momento, y por qué ha tomado usted la decisión de abrir las puertas de los jardines a todos los públicos?

El duque de Sotomayor. Carlos Martínez de Irujo en los jardines del palacio de Lazarraga. :: MARIAN
-Cuando se murió mi padre el 29 de agosto del año pasado, recibí una carta muy bonita del Ayuntamiento de Oñati firmada por el alcalde Mikel Biain. Me gustó mucho, así que decidí que cuando viniera le visitaría para darle las gracias personalmente. Meses después lo hice, y me propuso abrir los jardines al público. Me pareció una excelente idea, pero le pedí un poco de tiempo porque tenía que tomar posesión de las propiedades. Luego lo fuimos madurando con la idea de profundizar el toque cultural del casco urbano. La verdad es que hemos congeniado, y todo lo que yo pueda hacer para colaborar a que Oñati siga siendo la 'Toledo vasca', estaré encantado. Abrir los jardines es una aspiración del pueblo justa y lógica. De todas formas, ya hay un antecedente similar en 1858 para la construcción del frontón descubierto de la plaza.

-Es usted un gran aficionado a la música. ¿Ha tenido eso algo que ver con el hecho de que la primera cita abierta al público tenga como protagonista a la Banda y se celebre el día de San Miguel?

-Es cierto que soy un gran aficionado, pero la idea no fue mía sino del alcalde y el concejal de cultura Manu Egaña. Me pareció fantástica, y voy a llevarles trece huevos a las clarisas de Bidaurreta para que no llueva, aunque ya hemos hablado de que si el tiempo no acompaña no habría problema en reprogramarlo el Domingo de Rosario.

- Se siente usted muy ligado a Oñati. ¿Cuáles son sus primeros recuerdos en torno a la villa?

-He venido aquí desde pequeñito porque la casa era de mi abuela. Recuerdo el repique de las campanas de la parroquia, los juegos con mis primos, pero tengo sobre todo recuerdos muy bonitos de mi juventud. Tenía aquí mi cuadrilla de amigos, y disfrutaba de una libertad de la que no gozaba en las otras propiedades. Íbamos a bañarnos a Lamiategi, a Urbia en tiendas de campaña para pasar la festividad de San Ignacio, salía de txorimalo o con los pasacalles en las fiestas de Atzeko kale... Solíamos venir en julio y nos íbamos después de las fiestas de Rosario, y la fecha de partir era para mí de una tristeza absoluta. Yo en Oñati era inmensamente feliz. Siempre me he sentido mucho más oñatiarra que madrileño y además ejerzo de ello. He disfrutado aquí como en ningún otro sitio. Afortunadamente tengo un hijo que sigue mis pasos.

- ¿Mantiene el contacto con estos amigos de la infancia o el paso de los años ha mermado aquella amistad?

-Poco e indirectamente, porque muchos de ellos, por motivos laborales se asentaron fuera de Oñati y es difícil que coincidamos (los Zubia, los Galarza, el mayor de los Juanitosa...), pero ahora que he vuelto y pienso pasar mucho más tiempo aquí, me gustaría reunirme con ellos alguna vez para recordar viejos tiempos. Algunos ya no están, pero intentaré organizar algo con los que quedamos.

Su tía, la duquesa de Alba

- Con lo mediática que se ha convertido su tía, la Duquesa de Alba, ustedes siempre han destacado por su discreción en Oñati.

-Cada uno es como es. Su hijo Carlos, el Duque de Huéscar, es íntimo amigo mío, somos primos hermanos y al ser de la misma edad (nos llevamos seis meses), siempre nos hemos entendido bien. El pasado fin de semana estuvo aquí y el primer recuerdo fotográfico que tengo es de los dos sentados en la escalinata de esta casa cuando teníamos 2 años. El anonimato es un lujo que cuando uno convive con gente que no lo tiene, se da cuenta de lo importante que es. A mí me encanta ir a la plaza, sentarme como cualquier otro oñatiarra en la terraza de un bar, y tomar una cerveza y unas rabas tranquilamente.

- Ha comentado que el palacio ha estado un poco abandonado las últimas décadas porque sus hermanos y más tarde su padre tenían problemas de movilidad y les era incómodo alojarse aquí.

-Dejamos de venir en 1978 porque dos de mis hermanos tenían dificultades para andar. Mi padre compró una casa en el campo de una sola planta, más cómoda para manejarse con una silla de ruedas, y empezamos a veranear allí.

- Tras tomar las riendas del ducado de Sotomayor ha incrementado usted sus estancias en la villa ¿ se ha planteado alguna vez fijar sus residencia en Oñati?

-La verdad es que me encantaría, estoy pensando soluciones para hacer esto más habitable en invierno. De todas formas, ya he recuperado aquella vieja costumbre de mis años mozos. Vine en junio y me iré después de fiestas, aunque como hay mucho que hacer y quiero hacer de Lazarraga mi primera casa, seguiré yendo y viniendo. Me he traído muchas cosas de Madrid y lo seguiré haciendo.

-Restaurar el palacio de Lazarraga se ha convertido en todo un reto para usted.

-La totalidad de los ingresos que me dan las propiedades que mi padre me dejó en Gipuzkoa los invierto aquí. Mi centro neurálgico va a ser esta casa, porque le tengo mucho cariño. De momento me voy a traer aquí todas las bibliotecas y los archivos de Sotomayor.

-La casa torre data del siglo XV. ¿Cuándo pasó el palacio a manos de la familia?

- Desde el principio. La fundó Juan López de Lazarraga, que fue el que erigió Bidaurreta. El salió de Etxe-Aundi que es el caserío originario de la familia. No sé si la construyó o la compró, lo que sé es que la ocupó en 1436.

- En los tiempos de crisis que corren y con lo caro que debe resultar mantener un edificio de estas características, ¿se ha planteado alguna vez vender el palacio y sus propiedades en Oñati?

- Mientras viva y pueda, ni remotamente. Es un sacrificio, es prescindir de todos los beneficios que me dan los bienes de Gipuzkoa para mantener esto, pero estoy encantando de hacerlo.

- Creo que no le gusta mucho que se conozca popularmente el palacio como 'la casa del duque'.

-Es que el primer duque fue mi padre Ignacio Martínez de Irujo y Artazcoz. A nosotros la propiedad nos viene de la abuela Ana María Artazcoz, así que hasta el siglo XX no hubo 'duque' en Lazarraga.

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