los últimos gudaris
El gudari que soñó una nueva vida
Regino Biain, exsoldado del lehendakari Aguirre, partió a la guerra y tardó cuatro años en volver a Oñati
Iban gorriti
- Domingo, 26 de Enero de 2014 - Actualizado a las 06:08h
oñati
al menos un gudari del batallón Itxarkundia, del PNV, mantiene su lucha viva, intacta como en 1936. Es Regino Biain Guridi, natural de Oñati. La imponente villa universitaria recibe con llovizna espesa al visitante. El manto húmedo, sin embargo, abraza al foráneo como las manos de 97 años de Biain cuando se le saluda o despide. Receptivo; agradecido y educado. El oñatiarra fue fusilero del Gobierno Vasco de Aguirre durante un año de ofensiva contra el fascismo y hecho prisionero de guerra en Santo Cristo de Limpias (Cantabria). A ello hay que sumar tres calendarios más como forzoso esclavo de Franco, en un batallón de trabajadores. En aquellos interminables días y noches, un sargento franquista llegó a hacerle sentir el frío del cañón de su revólver en la sien. Lo pasó tan mal emocionalmente que, acabada la contienda, aunque no el aún inconcluso franquismo, "quise inventarme una nueva vida para superar la que viví durante la guerra".
Biain nació durante el gobierno de Alfonso XIII de Borbón, el africano, el 7 de septiembre de 1916. Conoció también la Segunda República hasta que aquellos militares golpistas españoles la atacaron y detonó la Guerra Civil en julio de 1936. Regino era el mayor de nueve hermanos. Había iniciado sus estudios en Maristas, religiosos que le castigaban si hablaba en euskara. Su padre y madre deseaban que estudiara Perito Mercantil, pero el ataque a la democracia legítima imposibilitó el sueño del cestero Manuel y de Margarita, ama de casa nacida en la histórica Torre Garibai. Ambos nacionalistas.
El maldito día que comenzó la batalla que enfrentó al bando golpista y al democrático, Biain estaba en casa de permiso de la mili que cumplía en Donostia. En su regreso a la capital guipuzcoana tuvo claro que no quería sumarse a los sublevados y, junto a otro compañero, dio la vuelta y andando llegaron a Orio, donde su hermano Luis -gudari, según la familia, del batallón Loiola, del PNV- les recogió con su utilitario Balilla y les condujo a Osintxu (Bergara). De allí pusieron rumbo a Bermeo, localidad costera en la que se estaban creando batallones.
Se alistaron de forma voluntaria al Itxarkundia del PNV, con acuartelamiento en Gernika-Lumo. Estaba a punto de cumplir 20 años. Su primer comandante fue Luis Sansinenea que acabaría viviendo en Oñati, "donde se casó. Fue un buen hombre, nada autoritario", valora Biain, quien con 85 años aún subía al monte Urbia desde Arantzazu, ermita en la que fue monaguillo de los Lasa, Villasante, Gandiaga, Letona y Etxebarria. Aún hoy, Regino es de misa diaria y corto txikiteo.
Sus peores días de guerra los vivió en la salvaguarda última de Bilbao, en Artxanda. Con su Máuser defendió lo ya indefendible. "Un día vimos pasar unos aviones y al día siguiente supimos que habían bombardeado Gernika", evoca. Dos meses después, llegó la batalla campal al alto bilbaino. "Allí mataron a un amigo mío de Oñati. Anduvimos a tiroteo limpio, tanto que no podía ni tocar el cañón del fusil por lo que quemaba. Fue muy violento. En el fragor de la batalla, me volví y al de detrás mío le habían pegado un tiro en la cabeza. ¡Estábamos codo con codo!", enfatiza quien, abriendo los ojos más de la cuenta, recuerda que los mandos "también daban órdenes en euskera, además de en castellano".
Los supervivientes, se replegaron andando de Bilbao hacia Laredo, donde "nos habían prometido que un barco nos exiliaría a Francia, pero nunca llegó". Así, el 26 de agosto de 1937 Regino Biain fue hecho prisionero de guerra en Santo Cristo de Limpias y trasladado a la playa de Laredo, "a un edificio donde se instaló el campo de concentración. Permanecimos hasta octubre".
OTROS GUDARIS VIVOS Fue destinado a San Juan de Mozarrifar, como también citan en sus recuerdos otros gudaris hoy vivos como Manuel Sagastibeltza (Batallón Abellaneda del PNV) o José Moreno (San Andrés, de SOV). Según apuntes familiares, en enero de 1938 se constituyó el Batallón de Trabajadores nº 25, que partió con destino a Biscarrues (Huesca), Almacellas y Tarrega, ambos enclaves de Lleida. Hicieron trabajos forzosos de construcción de pistas y de carga y descarga de servicios de intendencia y materiales de fortificación de los frentes. A comienzos de 1939, se incluyó en el batallón disciplinario 208, emplazado en Espiel (Córdoba) de recogida de alambradas y limpieza en los frentes. Hacia el verano llegaron a Los Barrios (Cádiz), dedicándose a trabajos de arreglos y construcción de caminos. "En aquel tiempo un sargento me puso una pistola en la cabeza", apunta.
El 8 de junio de 1940 fue liberado para regresar a su casa en Oñati. "El encuentro con la familia fue muy fraternal. Sin rabia ni rencor, la nueva vida era algo sobresaliente", ensalza. A día de hoy, asegura que no ha querido hablar mucho de ello a su familia. "Si acaso más de la posguerra".
Hoy es el afiliado decano del PNV en Oñati. Él fue uno de los que izó la ikurriña del nuevo batzoki del municipio en su inauguración en presencia de Xabier Arzalluz. Ahora ya piensa en el día que cumplirá 100 años. "El director de la banda municipal, Inaxio Barrondo, me prometió que vendrán a mi puerta a tocar para mí", se ríe. Temeroso de la muerte -"da un poco de miedo"-, Biain asegura que ahora "es el momento de asentar la paz en Euskadi" con el recuerdo del lehendakari Aguirre, un hombre "digno de admiración, valioso, humilde y de mucho conocimiento", manifiesta este ex administrador de empresas. Casado con Juanita Zubiagirre, del caserío Pollangua, dieron al mundo cuatro hijos: Ernesto, José Manuel, María Elena y Anjel Mari. Biain es nieto de Eustaquio, quien luchó en la segunda guerra carlista. Con el gudari, a día de hoy, queda memoria viva de dos guerras históricas, así como su voz entonando en su casa el Euzko gudariak con un grito final que sale de sus cuerdas vocales: "Gora Euzkadi askatuta!".
al menos un gudari del batallón Itxarkundia, del PNV, mantiene su lucha viva, intacta como en 1936. Es Regino Biain Guridi, natural de Oñati. La imponente villa universitaria recibe con llovizna espesa al visitante. El manto húmedo, sin embargo, abraza al foráneo como las manos de 97 años de Biain cuando se le saluda o despide. Receptivo; agradecido y educado. El oñatiarra fue fusilero del Gobierno Vasco de Aguirre durante un año de ofensiva contra el fascismo y hecho prisionero de guerra en Santo Cristo de Limpias (Cantabria). A ello hay que sumar tres calendarios más como forzoso esclavo de Franco, en un batallón de trabajadores. En aquellos interminables días y noches, un sargento franquista llegó a hacerle sentir el frío del cañón de su revólver en la sien. Lo pasó tan mal emocionalmente que, acabada la contienda, aunque no el aún inconcluso franquismo, "quise inventarme una nueva vida para superar la que viví durante la guerra".
Biain nació durante el gobierno de Alfonso XIII de Borbón, el africano, el 7 de septiembre de 1916. Conoció también la Segunda República hasta que aquellos militares golpistas españoles la atacaron y detonó la Guerra Civil en julio de 1936. Regino era el mayor de nueve hermanos. Había iniciado sus estudios en Maristas, religiosos que le castigaban si hablaba en euskara. Su padre y madre deseaban que estudiara Perito Mercantil, pero el ataque a la democracia legítima imposibilitó el sueño del cestero Manuel y de Margarita, ama de casa nacida en la histórica Torre Garibai. Ambos nacionalistas.
El maldito día que comenzó la batalla que enfrentó al bando golpista y al democrático, Biain estaba en casa de permiso de la mili que cumplía en Donostia. En su regreso a la capital guipuzcoana tuvo claro que no quería sumarse a los sublevados y, junto a otro compañero, dio la vuelta y andando llegaron a Orio, donde su hermano Luis -gudari, según la familia, del batallón Loiola, del PNV- les recogió con su utilitario Balilla y les condujo a Osintxu (Bergara). De allí pusieron rumbo a Bermeo, localidad costera en la que se estaban creando batallones.
Se alistaron de forma voluntaria al Itxarkundia del PNV, con acuartelamiento en Gernika-Lumo. Estaba a punto de cumplir 20 años. Su primer comandante fue Luis Sansinenea que acabaría viviendo en Oñati, "donde se casó. Fue un buen hombre, nada autoritario", valora Biain, quien con 85 años aún subía al monte Urbia desde Arantzazu, ermita en la que fue monaguillo de los Lasa, Villasante, Gandiaga, Letona y Etxebarria. Aún hoy, Regino es de misa diaria y corto txikiteo.
Sus peores días de guerra los vivió en la salvaguarda última de Bilbao, en Artxanda. Con su Máuser defendió lo ya indefendible. "Un día vimos pasar unos aviones y al día siguiente supimos que habían bombardeado Gernika", evoca. Dos meses después, llegó la batalla campal al alto bilbaino. "Allí mataron a un amigo mío de Oñati. Anduvimos a tiroteo limpio, tanto que no podía ni tocar el cañón del fusil por lo que quemaba. Fue muy violento. En el fragor de la batalla, me volví y al de detrás mío le habían pegado un tiro en la cabeza. ¡Estábamos codo con codo!", enfatiza quien, abriendo los ojos más de la cuenta, recuerda que los mandos "también daban órdenes en euskera, además de en castellano".
Los supervivientes, se replegaron andando de Bilbao hacia Laredo, donde "nos habían prometido que un barco nos exiliaría a Francia, pero nunca llegó". Así, el 26 de agosto de 1937 Regino Biain fue hecho prisionero de guerra en Santo Cristo de Limpias y trasladado a la playa de Laredo, "a un edificio donde se instaló el campo de concentración. Permanecimos hasta octubre".
OTROS GUDARIS VIVOS Fue destinado a San Juan de Mozarrifar, como también citan en sus recuerdos otros gudaris hoy vivos como Manuel Sagastibeltza (Batallón Abellaneda del PNV) o José Moreno (San Andrés, de SOV). Según apuntes familiares, en enero de 1938 se constituyó el Batallón de Trabajadores nº 25, que partió con destino a Biscarrues (Huesca), Almacellas y Tarrega, ambos enclaves de Lleida. Hicieron trabajos forzosos de construcción de pistas y de carga y descarga de servicios de intendencia y materiales de fortificación de los frentes. A comienzos de 1939, se incluyó en el batallón disciplinario 208, emplazado en Espiel (Córdoba) de recogida de alambradas y limpieza en los frentes. Hacia el verano llegaron a Los Barrios (Cádiz), dedicándose a trabajos de arreglos y construcción de caminos. "En aquel tiempo un sargento me puso una pistola en la cabeza", apunta.
El 8 de junio de 1940 fue liberado para regresar a su casa en Oñati. "El encuentro con la familia fue muy fraternal. Sin rabia ni rencor, la nueva vida era algo sobresaliente", ensalza. A día de hoy, asegura que no ha querido hablar mucho de ello a su familia. "Si acaso más de la posguerra".
Hoy es el afiliado decano del PNV en Oñati. Él fue uno de los que izó la ikurriña del nuevo batzoki del municipio en su inauguración en presencia de Xabier Arzalluz. Ahora ya piensa en el día que cumplirá 100 años. "El director de la banda municipal, Inaxio Barrondo, me prometió que vendrán a mi puerta a tocar para mí", se ríe. Temeroso de la muerte -"da un poco de miedo"-, Biain asegura que ahora "es el momento de asentar la paz en Euskadi" con el recuerdo del lehendakari Aguirre, un hombre "digno de admiración, valioso, humilde y de mucho conocimiento", manifiesta este ex administrador de empresas. Casado con Juanita Zubiagirre, del caserío Pollangua, dieron al mundo cuatro hijos: Ernesto, José Manuel, María Elena y Anjel Mari. Biain es nieto de Eustaquio, quien luchó en la segunda guerra carlista. Con el gudari, a día de hoy, queda memoria viva de dos guerras históricas, así como su voz entonando en su casa el Euzko gudariak con un grito final que sale de sus cuerdas vocales: "Gora Euzkadi askatuta!".
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