Multitudinaria peregrinación al santuario de Arantzazu
El obispo Munilla subraya ante 1.500 fieles que «la sociedad entera parece haber recibido al papa Francisco con apertura y simpatía inusitadas»
24.03.13 - 00:11 -
El papa Francisco fue ayer, pese a los miles de kilómetros que separan Oñati de Roma, uno de los protagonistas de la marcha diocesana a Arantzazu, tanto en la homilía que el obispo José Ignacio Munilla pronunció, como en las conversaciones, cánticos y oraciones de los alrededor de 1.500 peregrinos que completaron el serpenteante camino que separa el casco urbano oñatiarra de la basílica.
El prelado de San Sebastián se mostró «esperanzado» al constatar «que la Iglesia se encuentra ante una nueva oportunidad de evangelización», a la vez que consideró que «el Papa Francisco ha sido elegido por la providencia para guiarnos con mano firme y corazón humilde». El obispo transmitió este mensaje en la tradicional marcha de la víspera del Domingo de Ramos.
Munilla indicó que «nuestra subida a Arantzazu coincide con un momento especialísimo en la vida de la Iglesia. Queremos dar las gracias a la amatxo de Arantzazu por el Papa Francisco», afirmó, para añadir que «no solo la comunidad de creyentes, sino que la sociedad entera, parece haber acogido al Papa con apertura y simpatía inusitadas. Es como si viviésemos en una especie de luna de miel en lo que respecta a la información sobre la vida de la Iglesia».
Munilla dijo estar «gratamente sorprendido al escuchar los juicios favorables que se hacen sobre el nuevo pontífice». En su opinión «la decisión de renuncia tomada por Benedicto XVI, está en buena medida en la raíz de la gran acogida a Francisco». Insistió en que «muchos que pensaban que la jerarquía de la Iglesia es la escenificación de la lucha eclesiástica por el poder, quedaron desarmados y sin argumentos al comprobar el total despojamiento de Benedicto XVI». Ahora bien, el obispo consideró conveniente recordar que «tenemos que estar preparados para la llegada de la incomprensión y de la persecución». Para Munilla «el Papa realiza en estos primeros días de su pontificado la entrada gloriosa a Jerusalén. Pero a buen seguro que no tardará en llegar el Viernes Santo, en el que se oigan los gritos de rechazo».
Muchos habituales
La marcha inició el camino a la basílica a las 9.30 y alcanzó su destino dos horas y cuarto después. Entre rezos, cánticos, lecturas para la reflexión, poemas, bertsos y elocuentes silencios, los caminantes revivieron una tradición que muchos repiten cada año. Los Urdanpilleta Iturrioz, de Lizartza, son un ejemplo. Acudieron en familia y aprovecharon la jornada para comer juntos. «Hemos venido las siete hermanas y dos cuñados guiadas por el deseo de alcanzar la paz, pero también como una cita anual con la reflexión personal». A las 8.30 de la mañana ya estaban tomándose un café en el Hotel Soraluze, con ganas de empezar una caminata «que nos llena y que seguiremos disfrutando mientras la salud acompañe».
El buen tiempo, con una temperatura fresca, permitió que la mañana se desarrollara sin incidentes y solo una mujer fue atendida y trasladada al hospital de Mendaro tras sufrir una caída. Al mediodía, muchos se dirigieron a la basílica a asistir a la oración oficiada por el obispo, y otros prefirieron reponer fuerzas o perderse por los rincones de Arantzazu.
Tras la misa, la mayoría volvió a casa en los autobuses lanzadera, pero Munilla y otros sacerdotes, subieron a las campas de Urbia acompañados por jóvenes, y allí celebraron una eucaristía. Entre ellos, estaban un grupo de confirmación de la parroquia Santa Cruz, de Donostia. Olesya, Sonya, Wendy, Andrés, Mikel, Ana Mari, Alberto, Patxi y Aingeru son ya habituales de la marcha, y la experiencia montañera del año pasado les dejó tan buen sabor de boca que decidieron repetir.
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