En Cagliari, transformó una casa en monasterio. El sitio se convirtió inmediatamente en un refugio para todos los afligidos y necesitados de consejo. En dicho retiro, el santo compuso numerosos tratados para la instrucción de los fieles de Africa. Al enterarse el rey Trasimundo de que Fulgencio era el principal apoyo y abogado de la comunidad, le mandó llamar y le expuso sus objeciones contra la fe; el santo respondió a ellas en su libro titulado: "Respuesta a Diez Objeciones". El rey admiró su humildad y su ciencia.
Escribió también "Tres Libros al Rey Trasimundo". La obra resultó del agrado del rey, quien le dejó residir en Cartago; pero las repetidas quejas de los arrianos sobre el éxito de la predicación de Fulgencio, lograron que éste fuera desterrado de nuevo a Cerdeña en 520. Un año antes de su muerte, el santo se había retirado a un monasterio en una isla en Circinia a fin de preparase para su paso a la eternidad. Soportó con paciencia los dolores de su enfermedad. Murió a los 76 años de edad. Nombró como sucesor a Hilderico. San Fulgencio había escogido como modelo a San Agustín; siguió fielmente su conducta, reprodujo su espíritu y expuso su doctrina.
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