Noble de nacimiento, Gregorio gobernó durante cuarenta años el
distrito de Autun, con el cargo de "conde" y se distinguió por su
sentido de justicia. Era ya entrado en años, cuando murió su esposa
Armentaria y él decidió realizar su deseo de abandonar el mundo y
entregar su vida a Dios.
Elegido obispo de Langrés por el pueblo y el clero, San Gregorio fue
un ejemplo de fidelidad a sus deberes pastorales. Hacía grandes
penitencias en lo referente a la bebida y la comida. Con frecuencia
pasaba una parte de la noche en oración, sobre todo en el bautisterio de
Dijon, donde habitaba. San Gregorio, murió en Langrés, en 539. Según su
deseo, sus restos fueron trasladados al santuario de San Benigno. Aun
en los milagros que realizó después de su muerte, parece haber tenido
predilección por los prisioneros de la justicia humana.
domingo, 4 de enero de 2015
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