La onubense Paula Martínez, una de las científicas que han descubierto el “freno al cáncer de pulmón” en ratones
» Hace ocho años que esta investigadora de Huelva llegó al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), al grupo María Blasco, con el que acaba de hallar la manera de atacar los telómeros, estructuras que protegen los cromosomas y punto débil de este y otros cánceres para los que hasta ahora no existía terapia farmacológica alguna.
Paula Crespo. Aún queda mucho tiempo y muchos ensayos para que sea una realidad, pero una más que esperanzadora puerta altratamiento del carcinoma de pulmón se ha abierto de par en par gracias al estudio desarrollado y testado en ratones por un grupo de científicas del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que sitúa los telómeros(estructuras que protegen los extremos de los cromosomas) como el talón de Aquiles de este y otros cánceres para los que hasta ahora no existía terapia farmacológica alguna.
Este descubrimiento, que es sin duda un hito de la medicina contemporánea, va a llevar ineludiblemente asociado el nombre de Huelva, ya que la doctora en Biología Celular y Molecular Paula Martínez, una de esas investigadoras que ha llevado a cabo el estudio, dentro del grupo deTelómeros y Telomerasa dirigido por María Blasco, es de nuestra tierra y ha dedicado buena parte de su carrera profesional al estudio del cáncer.
Para entender el hallazgo hay que partir de la división celular y el comportamiento de los telómeros en las células cancerosas y en células sanas. En este sentido, cuando unacélula sana se divide se duplica la información genética almacenada en sus cromosomas, al final de los cuales se encuentran estos telómeros que no se copian del todo y que se rompen o se acortan en cada una de esas divisiones, provocando la muerte celular.
No ocurre lo mismo con las células cancerosas porque en ellas se mantiene activa la telomerasa, enzima que alarga los telómeros y los repara constantemente, permitiendo constantes divisiones y reproducciones de la célula.
“Por este motivo estudios anteriores se basaban en atacar la telomerasa. Sin embargo, los telómeros están formados por unasecuencia de ADN repetida cientos de veces a la que se enganchan seis proteínas denominadas shelterinas (del vocablo inglésshelter, que significa proteger) que se asientan en el telómero formando una especie de capuchón protector, como si fuera el extremo de un cordón. Estas shelterinas son esenciales para el mantenimiento vital de la célula independientemente de la longitud del telómero, por lo que la estratregia, o la hipótesis de la que partimos fue ver qué pasaba si atacábamos las shelterinas de las células responsables del cáncer de pulmón en ratones”, explica Paula.
Las investigadoras del CNIO, entre las que se encuentra la onubense, eligieron deleccionar elcáncer de pulmón“porque es muy agresivo y no existen terapias aún para tratarlo, porque recapitula muy bien en ratón los pasos y la progresión que tiene en un humano y por el modelo de ratón que teníamos ya en el centro. Entonces descubrimos que cuando faltaba la shelterina TFR1 el tumor no aparecía, no se desarrollaba”.
Tocaba entonces buscar un fármaco que bloqueara esa shelterina TFR1 y, después de un screening y una evaluación de los químicos de terapia experimentales disponibles en el CNIO, descubrieron dos compuestos que inhibían químicamente esa shelterina. Ya solo restaba comprobar sus propiedades farmacocinéticas y ver si eran administrables: “Uno de ellos sí que se podía administrar vía oral y empezamos a tratar en vivo ratones con cáncer de pulmón. el resultado fue que en ellos se detenía el creciento cangerígeno, mientras que los ratones a los que administrábamos solo placebo se morían”, reconoce.
Las buenas noticias no terminaban ahí ya que, en palabras de la propia Paula, “los efectos secundarios no son ni mucho menos los de la quimioterapia o la radioterapia, ya que solo provocaba un poco de anemia y una degradación de los intestinos, pero nada dramático”.
Esto produjo mucha satisfacción en el grupo de investigación Telómeros y Telomerasa,integrado también por María García-Beccaria y Marinela Méndez-Pertuz, y cuenta Paula que “el momento ¡eureka!fue después de repetir el experimento y hacer a los ratones un PET y un TAC cuando vimos los resultados y comprobamos que el tumor había dejado de crecer. No nos lo creíamos”.
Ella misma, desde la alegría por el hallazgo, resultado de un trabajo desarrollado durante cinco años, pero pidiendo la cautela que requieren este tipo de noticias, ha aseguro que “a raíz de este estudio se abren muchas puertas, pero esto es solo el principio. Es una estrategia novedosa y diferente pero que está aún en fase “hiperpreclínica”. Quedan muchos ensayos y mucho tiempo hasta llegar a una posible fase preclínica y hay que tener en cuenta que los ensayos clínicos con personas tienen tres fases y duran unos diez años hasta que se pueda comercializar el fármaco. Estamos ante una buena noticia, pero tenemos que ser claros y conscientes de que quedan muchos pasos que dar”.
De hecho, ahora mismo el CNIO se encuentra analizando el efecto del químico en distintos tipos de cáncer como el glioblastoma y buscan asociarse con “una farmacéutica potente porquenosotros podemos descubrir y optimizar la síntesis del fármaco, pero no en cantidades suficientes como para realizar un ensayo clínico”, explica Paula Martínez.
Paula Martínez
Doctora en Biología Molecular y Celular, Paula Martínez nació en Huelva capital, donde residen sus padres y sus hermanos y a donde reconoce seguir viniendo a veranear, aunque pasó su primer año de vida en Riotinto.
Doctora en Biología Molecular y Celular, Paula Martínez nació en Huelva capital, donde residen sus padres y sus hermanos y a donde reconoce seguir viniendo a veranear, aunque pasó su primer año de vida en Riotinto.
A los 18 se fue a estudiar a la Universidad de Sevilla y, una vez que terminó la carrera empezó un periplo profesional que después de llevarle a Jerez, a Domeq, donde hizo la tesis doctoral, y a Suecia, donde permaneció 11 años entre la Universidad de Estocolmo y el Ludwig Institute for Cancer Research, le trajo a España a través de un contrato que el Ramón y Cajal concede a investigadores que han trabajado fuera de España para que puedan volver.
Ella volvió hace ocho años al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) donde se unió al grupo de María Blasco, con el que acaba de certificar este importante hallazgo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario