Oñati rendirá culto al chocolate
Un Centro de Interpretación permitirá profundizar en su historia y disfrutarlo sensorialmente. El sueño de Klax se hará realidad en un local simbólico, el que antaño acogió el obrador de Chocolates Orbea
Los adictos al chocolate y todos aquellos que quieran profundizar en la historia de este divino manjar, tan ligado a la vida oñatiarra del siglo pasado, tendrán pronto un lugar de referencia. El sueño de Klax, y en particular del 'alma mater' de la cofradía, Antón Azpiazu, se está haciendo realidad.
«Estoy entusiasmado, realmente feliz, por fin Oñati podrá incorporar a su legado cultural un centro de interpretación del chocolate de atractivo no sólo turístico, sino también didáctico que mantendrá viva la tradición chocolatera». Así de eufórico se mostraba Azpiazu, tras cerrarse el acuerdo que hará que el chocolate, ese placer irresistible que deleita a los paladares más exigentes, tenga su 'museo' en Oñati.
Se inaugurará en septiembre, o ese es al menos el objetivo inicial, y tendrá un emplazamiento simbólico, la antigua sede de la desaparecida Chocolates Orbea en Kale Barria. «Es un local céntrico, con posibilidad de hacer demostraciones en el exterior, y ligado a la historia chocolatera oñatiarra, así que la espera ha merecido la pena. Estoy muy ilusionado, francamente satisfecho, porque por fin pondremos a disposición del público, todo el material que tenemos. Es un sueño hecho realidad».
Azpiazu está deseando sacar a a la luz el material recopilado durante años que dará forma al espacio expositivo. Diversos objetos relacionados con la elaboración y consumo del 'alimento de los dioses', como chocolateras antiguas, molinillos, moldes o piedras para moler el cacao que guarda como un tesoro, junto a documentos históricos y fotografías de interés.
Aunque lo que realmente le motiva, lo que le ha mantenido ilusionado todos estos años es «que la gente pueda oler, tocar, oír y saborear el chocolate, disfrutarlo».
Eso es lo que diferenciará, a su juicio, el centro oñatiarra de los museos tradicionales. Quieren que sea una experiencia para los sentidos, con demostraciones que llenarán las salas de deliciosos aromas .A la vez que una forma acercarse a su historia, al proceso de elaboración, y a su papel dentro del patrimonio local.
En el Consistorio también se congratulan de que un proyecto «que ha estado muchos años atascado, pueda ver la luz, y además con una mínima inversión». Han alquilado el local por un plazo de diez años y van a acondicionarlo a la medida del proyecto museográfico que manejan porque está de obra.
«Es un lujo poder disponer de lo recopilado por Klax durante tantos años, y además tienen un gran conocimiento y experiencia en este mundo, así que no podíamos desperdiciar semejante oportunidad» señalan, tras agradecer «la locura chocolatera de Azpiazu».
Y es que nadie duda a estas alturas de que si éste hubiera arrojado la toalla, otro gallo cantaría. Él tampoco no tiene reparos en confesar que su relación con el chocolate es «adictiva». No perdona su onza ' negra' diaria. Lee, prueba e investiga todo lo que cae por sus manos , y esa pasión es la que le ha hecho mantener la esperanza, y «seguir dado la lata contra viento y marea».
Fue el principal promotor de una cofradía en horas bajas pero activa, y de la feria más dulce que ha pasado por Oñati. Escribió un libro que se tradujo a cuatro idiomas, e incluso montó por su cuenta y riesgo una pequeña chocolatería con productos «a la carta» como las que se estilan en Suiza, Alemania o Bélgica, en la que degustar y comprar variedades singulares o productos que Natra comercializa únicamente en el extranjero.Todo con un único objetivo: dar a luz el paraíso txantxikuarra del chocolate.
Se conjuró para lograrlo y ya cuenta los días para la inauguración. «Hace un año lo veía todo muy negro, había decidido dejarlo, cerrar, porque el proyecto museográfico no avanzaba, y el alcalde al enterarse vino a verme. Me pidió que siguiera hasta finales de año, y que le presentara el proyecto, y las reuniones mantenidas han llegado a buen puerto. En septiembre si no hay contratiempos, inauguraremos el Centro de Interpretación».
Desempleados en las obras
Pero antes deberán desembarcar en el nuevo templo del chocolate las obras. Estas correrán a cuenta del Ayuntamiento, que se hará cargo de los materiales, mientras los alumnos que estudian fontanería, carpintería, electricidad y albañilería en el marco del plan comarcal de empleo de la Mancomunidad, serán quienes ejecuten la obra.
Una vez acondicionado el local, que dispone de alrededor de 90 metros cuadrados, Klax lo dotará con el material recopilado durante décadas, y se encargará de la gestión del mismo, pagando al personal y los gastos , y sufragándolos con los ingresos que genere.
El objetivo es claro: que el chocolate, esa tentación que durante más de un siglo ha identificado a los oñatiarras, tenga un espacio expositivo propio dentro de la oferta turística local.
El Ayuntamiento y la cofradía de chocolateros sacaron hace un año de vía muerta la iniciativa, y esta semana le han dado el empujón definitivo, al cerrarse el alquiler del local, la ejecución de la obra y la fecha aproximada de apertura.
El proyecto museográfico estaba ya aprobado. Y es que tras 23 años dándole vueltas al asunto Azpiazu no albergaba dudas. «Queremos un centro vivo, no un museo al uso, en el que la gente además de conocer la historia del chocolate, cómo llegó de América a Oñati, reconozca sus olores, sus sabores con catas de las distintas especialidades, mostrando su proceso de elaboración artesana».
Klax, como cofradía siempre ha defendido la importancia de una instalación de estas características que difunda y pondere las virtudes y características del chocolate y profundice en la historia local como pieza importante del patrimonio.Así que Azpiazu se embarcó en una aventura empresarial, no exenta de riesgos, con la que luchar por la implantación de un museo, que finalmente, tendrá final feliz.
El Centro de Interpretación permitirá disfrutar del chocolate con los cinco sentidos. Se podrá ver, oler, tocar, oír y comer el producto, mientras se hace un recorrido visual por la historia del chocolate. Y es que el espacio expositivo permitirá recorrer el proceso de elaboración desde la plantación de la semilla del cacao hasta el consumo de la tableta o bombón.
Molino, más tarde
La reconstrucción de un molino de piedra con piezas que Azpiazu conserva de los de Maiztegi y Confiteruena tendrá que esperar de momento, pues su rehabilitación elevaría el coste del proyecto. «Lo que queremos es ponerlo en marcha, no colocarlo sin más,y por eso vamos a esperar a disponer de recursos»
La idea es arrancar con otras 21 piezas museísticas. No faltarán metates, tostadores, tritutadoras, moldes, morteros y cribas. Además podrán verse envueltas de mediados del siglo XX de las últimas siete empresas de Oñati, carteles, anuncios publicitarios, una maqueta de un galeón del siglo XVI (réplica de los barcos que se utilizaban para el transporte del cacao), grabados y fotos con motivos del cacao, chocolateras de distintas épocas, y mapas y rutas del cacao del siglo XVIII, así como abundante documentación, películas, libros, recetas ...que acercarán la historia del chocolate y los chocolateros oñatiarras.
Se trata de permitir que los más mayores recuerden y los más jóvenes descubran y conozcan la historia de Maiztegui, Orbea, Loyola, Onena, Garaicoechea, Guereca, y cómo no de la única superviviente de aquella rica tradición local: Zahor, ahora Natra. Pero la historia oñatiarras del chocolate se remonta mucho más allá de los recuerdos de los veteranos que trabajaron en alguna de estas fábricas.
Con anterioridad hubo 36 sitios donde se hacía chocolate con metates. Luego, entre 1850 y 1930, se pasó al molino, hasta que irrumpió la electricidas y se industrializó el proceso.
El conocimiento será uno de los ejes del centro, pero los más golosos disfrutarán sobre todo con la cata del manjar que ellos mismos verán hacer antes de degustar con los cinco sentidos.«La vista analiza el color del chocolate. El tono depende del cacao. Hay algunos más amarronados, otros más rojizos y otros casi negros», relata Azpiazu.
Tras la fase visual se huele. «Con él sabremos si el chocolate es maduro o nuevo y la manteca utilizada entre otras cosas. Tras tocarlo y sentir su textura lo oímos, se parte el alimento y se estudia el sonido, "el Klaxk" que produce al ser roto. Un buen chocolate producirá un sonido nítido y seco.
El sabor es otro factor importante en la degustación -concluye-. Su fusión en la boca y posterior sensación, determinará si es dulce o amargo o ligeramente ácido». La nota la darán los visitantes que tras su tour chocolatero sabrán mucho más de la golosina más iniversal, y además se irán con un excelente sabor de boca.
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